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domingo, 1 de junio de 2014

Elecciones presidenciales Colombia 2014: una disputa entre derecha y ultra-derecha


Resultados de las elecciones presidenciales colombianas realizadas el 25 de mayo de 2014. Imagen tomada de la revista semana

Colombia, como la provincia de Alberta en Canadá, es una tierra de derecha. En el caso de Alberta, como lo advirtió Hélène Buzzetti en un reportaje publicado en 2010 en Le Devoir, la lucha por el poder se libra siempre en terreno conservador, pues allí tanto liberales como socialdemócratas no son considerados por la población como opciones políticas con vocación de poder. En lo que respecta a Colombia, según lo anotado por Hernando Gómez Buendía en un sesudo análisis publicado en el portal Razón Publica en mayo de 2012,  la disputa por el poder “no es entre izquierda y derecha sino entre la derecha y la derecha extrema”. Ese aspecto explica porque en este país “los partidos reformistas y movimientos sociales tienen mucho menos fuerza que en el resto de América Latina”. El tema también fue abordado por Antonio Caballero en una crónica con ribetes literarios, publicada por la revista Semana el 30 de octubre de 2000.

Recurriendo a una retórica que nos recuerda a Gabriel García Márquez en varios apartes de El Otoñó del Patriarca o a Jorge Luis Borges en un párrafo del Aleph, Caballero sostiene: “Colombia no necesita una derecha: tiene derecha de sobra. Todo es de derecha aquí. [Son] de derecha el presidente de la República Andrés Pastrana, y el comandante de las Farc Manuel Marulanda, y los cardenales López Trujillo y Castrillón, y el jefe de las autodefensas Carlos Castaño, y los candidatos presidenciales Noemí Sanín […] y Horacio Serpa, que se dice de izquierda pero que si lo fuera no podría ser candidato presidencial”. En Colombia, prosigue el analista, “no sólo son de derecha los que lo son en todas partes, y es normal que lo sean en función de sus propios intereses: los ricos, los policías, los curas, los dueños del poder y de las cosas. Sino también todos los demás. Los colombianos son —somos— visceralmente de derecha: hombres o mujeres, ricos o pobres, y cualquiera que sea el calificativo ‘político’ que nos demos a nosotros mismos: liberales o conservadores o comunistas o últimamente ‘socialdemócratas’ o ‘cristianos’, o lo que se nos ocurra. Tenemos ideas, instintos, sentimientos de derecha”.

Por eso es que en Colombia no es raro que sean “de derecha los generales y los empresarios, los policías y los narcotraficantes, los ganaderos y los maestros, las reinas de belleza y los atracadores”, así como “la totalidad de la prensa —o casi—, desde los dueños y los editorialistas hasta los caricaturistas [y] columnistas o simples notistas de farándula o de sucesos”. En fin, según Caballero, al colombiano en general le “gustan los métodos de la derecha”, que según sus palabras son “la violencia y la trampa”.

Dejando atrás la retórica literaria sobre la política colombiana de Caballero y siguiendo con el tema, hay que decir que el arraigo de las ideas de derecha en Colombia sale a relucir en dos hechos históricos bien precisos. El primero de ellos tiene que ver con la continuidad de la selección de la dirigencia nacional a través de las urnas durante la era de las dictaduras en América del Sur. En las décadas de 1970 y 80, mientras en casi todos los países de la región los sectores más reaccionarios de la sociedad no dudaban en azuzar a los militares, para que perpetraran cuartelazos sangrientos y sacaran del poder a gobiernos liberales reformistas o izquierdistas moderados, como Allende en Chile, en Colombia los militares: así lo afirmó José Prat en El País Madrid en 1982, eran considerados como individuos respetuosos de la “tradición democrática y constitucionalista del país”.    



Repartición del vito por los dos candidatos en el territorio nacional. El voto confirma la histórica tendencia ideológica nacional: las dos costas y la regiones fronteriza del sur y el sur oriente del país siguen siendo regiones con tendencia liberal, mientras el centro sigue siendo una región de orientación conservadora. Imagen tomada de: quepasaenvenezuela

La confianza que tenía la élite en el apego del colombiano promedio al ideario conservador, la llevó a formular un pacto público: El Frente Nacional, que le permitió repartirse el país de manera simétrica de arriba abajo, de sur a norte y de oriente a occidente. A través de este pacto se excluyó del  acceso a los puestos de mando de la sociedad a los grupos emergentes –y disidentes– que eran, como ha de esperarse, de izquierda. Mediante él, los clanes que han controlado históricamente las palancas del poder se repartieron –sin agüero y sin pudor– a la vista de todo el mundo y con el concurso de sus clientelas, las poltronas mullidas de los ministerios, las butacas austeras de las gobernaciones y los taburetes decrépitos de los municipios. Para evitar las disputas entre los caciques que representaban a los dos partidos hegemónicos: Liberal y Conservador, en todas las esquinas y recovecos de la patria (por usar el tropo favorito del caudillo de derecha más amado y repudiado del país en el presente y de sus antagonistas; los jefes guerrilleros), los puestos del estado fueron repartidos de manera equitativa, desde la presidencia de la república hasta la inspección de policía, que regenta la vida del corregimiento más recóndito de la geografía nacional.

El segundo hecho que nos permite corroborar el arraigo de las ideas conservadoras en este país está representado en un hecho, que tiene connotación continental: la profundización de la derecha en Colombia, mientras la mayoría de países de América del Sur giraba a la izquierda. Así las cosas, en 1998 cuando Venezuela; un país con una sociedad con una clase media más robusta y un estilo de vida con mayores tintes pequeño burgueses que la sociedad colombiana, castigaba a la clase dirigente tradicional, abriéndole la puerta a la izquierda y facilitando el ascenso de Hugo Chávez al poder, en Colombia se le daba la espalda al liberalismo; que es según Agustín Díaz de Campoamor el ala suave de la derecha colombiana, que había estado 12 años en el poder, para entregarle las llaves del palacio presidencial al Partido Conservador.



En las elecciones de 2014 los tres candidatos de la derecha sacaron los mayores resultados en la Urnas. En el caso del partido verde una formación que péndula entre la centro-izquierda, que obtuvo la segunda mayor votación en 2010, su desinflada resulto la gran sorpresa de la contienda electoral. Imagen tomada de: Imagen tomada de: maduradas


En aquella ocasión el ungido con el título de Presidente de la República fue el hijo  de otro Presidente de la República, que había sido elegido a su turno para ponerle punto final a un proceso de reformas sociales aceleradas y profundas, emprendidas por un presidente liberal, que había escandalizado con sus reformas a los terratenientes, que han representado desde siempre al ala más conservadora del establecimiento nacional. Para cumplir su sueño de emular la historia de su padre, el delfín, que hoy critica las negociaciones de paz del actual gobierno con las FARC en la Habana, no dudó en ir a la sede del secretariado de esa guerrilla, en medio de la Amazonia colombiana, a tomarse una foto con un legendario y temido jefe guerrillero, apodado Tiro Fijo. Ese registro fotográfico, en el que aparece un aristócrata delfín sonriente y un bandido legendario malencarado, en medio de la selva, sirvió para vender la promesa de un eventual acuerdo de paz, en un momento en que los grupos guerrilleros aumentaban sus ataques contra las fuerzas de seguridad del Estado y amedrantaban la población civil por todos los medios.

Cansados de la guerra y escandalizados por la penetración del narcotráfico en las filas de la campaña del presidente liberal Ernesto Samper, los colombianos votaron con la esperanza de que se firmara la paz entre el Estado y la guerrilla más Antigua del mundo, que seguía siendo pro-soviética una década después de la caída de la Unión Soviética. Tanto el gobierno como los guerrilleros se tomaron las negociaciones como un juego. Por eso la negociación entre las partes nunca produjo ningún tipo de acuerdo creíble y al contrario favoreció el escalamiento de la guerra. Sobre las razones que condujeron al fracaso de esa aventura macondiana, el investigador Alejandro Reyes Posada concluyó: “los diálogos de paz” entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana y la guerrilla de las FARC “fracasaron por exceso de temas de negociación y falta de estrategia negociadora del gobierno, pues se acordó una amplia agenda de temas de 110 puntos, que comprendían todas las instituciones y problemas políticos, sociales y económicos del país”. 

Curiosamente, mientras el gobierno conservador del presidente Pastrana negociaba la paz, los grupos paramilitares: el brazo armado de la derecha colombiana, tomaba el control de una gran parte del aparato estatal, tal como sucedió con las universidades públicas del norte del país, donde la presencia guerrillera era menor. Aprovechando la laxitud estatal, las bandas armadas de extrema derecha se encargaron de la gobernabilidad del sistema de salud y adelantaron a sangre y fuego una contrarreforma agraria, con la colaboración de notarios e intendentes de asuntos rurales.

Respecto a esa infiltración del Estado, cuasi-consentida por parte del establecimiento y las élites dirigentes colombianas a manos de los grupos paramilitares, el investigador Joaquin Robles Zavala anota: “un abanico de organismos estatales como alcaldías, gobernaciones, concejos municipales, Policía, Ejército y justicia [fueron] infiltradas con la anuencia de autoridades regionales que no solo le abrieron las puertas de sus despachos a estos nuevos padres de la patria, sino que también incidieron en las posteriores masacres de campesinos, el desplazamiento forzado de miles de estos y las amenazas sistemáticas de muerte de todos aquellos que se les opusieron”.


Amenaza enviada por el grupo paramilitar Aguilas Negras al líder campesino Alfranio Solano, que lucha por la restitución de la tierra despojada a los campesinos en Urabá por los grupos paramilitares. En grupo se muestra partidario de la elección del Candidato Oscar Iván Zuluaga. Imagen tomada del grupo Facebook: facebook

De la profundidad de la penetración del paramilitarismo al Estado dio testimonio, en entrevista con el politólogo Jaime Pineda Méndez, el veterano periodista cordobés Yadala Jalilie Silva. Afirma el periodista “que los “paracos” tenían una oficina al frente del comando de la policía en Montería, con la fachada de una fundación”, cuyo propósito irónicamente era la búsqueda de la paz. Como lo han demostrado investigaciones del Banco de la Republica y de los organismos judiciales, esta fundación fue el instrumento que usó el paramilitarismo para despojar de sus tierras al campesinado desplazado.

Para documentar la anuencia cuasi-manifiesta de un sector de la elite colombiana frente a la penetración del Estado por parte del paramilitarismo no hay que hacer mucho esfuerzo. De ello han dejado testimonio importantes figuras públicas como Fernando Londoño Hoyos, uno de los voceros más epónimos de la derecha colombiana, quien fuera también el primer ministro de gobierno y justicia del primer gobierno de Álvaro Uribe.

En una columna publicada por el conservador diario El Colombiano de Medellín Londoño Hoyos  “alaba a Carlos Castaño y a paramilitares” sin tantos rodeos retóricos. Según Londoño “Carlos Castaño [fue un] intelectual hecho a pulso, en el desorden metodológico y conceptual que puede suponerse, era la ortodoxia plena de las autodefensas originales, que de mal grado admitían valerse del narcotráfico, y solo como de un instrumento indispensable para sobrevivir”.

Las ideas de Londoño Hoyos están en perfecta sintonía con las ideas del escritor y periodista Plinio Apuleyo Mendoza, quien escribiera en El Tiempo, el más influyente periódico del país, el 29 de noviembre de 1992: “las autodefensas [han sido] un arma vital en la lucha antisubversiva”. Ellas han cumplido la función de ser los “ojos y oídos de las Fuerzas Armadas” en las zonas de conflicto y han cumplido “una labor muy eficaz en el Magdalena Medio, en Córdoba y Urabá”. Paradójicamente esas mismas regiones fueron epicentros de las más grandes masacres de civiles y de los mayores desplazamientos de población, que se han dado en la historia reciente del conflicto colombiano  a partir de 1985. Eso sin contar el tema del despojo de la tierra al campesinado.

Con partidarios incrustados en todas las altas esferas de la sociedad –y el Estado– y  con una creciente aceptación en los sectores populares, los paramilitares se diseminaron por todo el país a partir de 1994, año en que fue elegido a la gobernación de Antioquia: el segundo departamento más importante del país, Álvaro Uribe Vélez. Sobre el auge paramilitar Alejandro Reyes Posada advierte que “durante el mandato de Andrés Pastrana se expandió extraordinariamente rápido el dominio de los grupos paramilitares, mediante un proceso de contratación de dirigentes regionales con la cúpula de las AUC para que los primeros pagaran los costos de instalación y mantenimiento de nuevos frentes, mientras los segundos enviaban instructores y entrenaban combatientes locales, reclutados en cada región”.

El auge del paramilitarismo y las acciones brutales de las FARC contra la población civil, más el desbordamiento de las acciones criminales de la delincuencia organizada, dispararon la violencia en Colombia a partir de la segunda mitad de la década de 1990, tal como se puede apreciar en la siguiente gráfica, que hemos recuperado en  Facebook, elaborada a partir de datos recopilados por el mismo gobierno colombiano.


Cifras de víctimas del conflicto colombiano en Colombia entre 1994 y 2014



Un año después de iniciados los diálogos entre el gobierno de Andrés Pastrana y la guerrilla, como éstos no iban para ningún lado y no daban frutos, la sociedad colombiana soliviantada por los voceros de la derecha radical comenzó a pedir el final de las conversaciones de paz. Sin resultados dignos de mostrar, acosado por el ala radical del establecimiento y retado semanalmente por las acciones intrépidas de una guerrilla envalentonada, que había aprovechado la mesa de negociaciones para mostrarle al país las dimensiones de su capacidad de intimidación, “el 20 de febrero de 2002, al final de su mandato, Andrés Pastrana rompió el diálogo con las FARC y el ejército recuperó el control de la zona de despeje del Caguán”. La ruptura de los diálogos se produjo en medio de un proceso electoral, que tenía a Álvaro Uribe Vélez: el vocero más aquilatado de la derecha colombiana en el último medio siglo, en la cresta de las encuestas. Su promesa era derrotar a la guerrilla en el campo de batalla y devolverle al país, por la vía de las armas, la tranquilidad. Para alcanzar sus propósitos el nuevo presidente recurrió al eslogan de “el fin justifica los medios” e hizo uso descarado del perverso método “todo vale”.

La llegada de Uribe Vélez consolidó la profundización de la derechización de Colombia. En 2002, cuando Uribe Vélez, un hombre que había hecho toda su carrera en el seno del Partido Liberal, fue elegido presidente del país, el resto de América Latina presenciaba la entrada a la escena del poder de Luis Ignacio Lula, Rafael Correa, Tabaré Vásquez, Néstor Kirchner y Evo Morales y los chilenos se aprestaban a enterrar definitivamente el legado de Pinochet. Con su elección Colombia reafirmaba su tradición como país de derecha. El hecho de ir en contravía de la tendencia política regional ha hecho de Colombia, según Yann Basset, un país  que “parece marchar contra la corriente” en “una región marcada por cada vez más gobiernos de izquierda”.



Proyección de la votación por los candidatos según los niveles de educación de los votantes. Sobre este punto Camilo Rey se pregunta en Facebook: “¿Por qué Zuluaga duplica a Santos en los ciudadanos que nunca asistieron a una escuela y por qué Santos duplica a Zuluaga en los ciudadanos que entraron a la Universidad?”. Imagen tomada de facebook.

Si bien la llegada de Uribe galvanizo el país contra la violencia guerrillera y marcó el inicio del declive definitivo de la guerrilla como actor político, con ascendencia en una franja amplia de la población nacional, su gobierno no hizo mucho por posicionar al Estado como defensor de los sectores más vulnerables de la sociedad colombiana, frente a la violencia ejercida por los actores armados ligados a la derecha. A Uribe hay que reconocerle que desmontó el paramilitarismo. Sin embargo no forzó a los herederos de estos grupos a respetar a la población civil. Por eso el desplazamiento forzado de esta población, fenómeno atribuido mayoritariamente a los grupos paramilitares o a sus herederos, no disminuyó durante su gobierno, como se puede apreciar en la siguiente gráfica, que recuperamos en Facebook.




Después de 16 años consecutivos de la derecha en el poder, hoy “la derechización de Colombia es una realidad”, que ha sido demostrada de manera empírica por un estudio del politólogo Julián Arévalo, que fue reseño por el diario El Espectador. Según Arévalo, “en el país hay dos tipos de derecha: la oligárquica, asociada a valores religiosos y a las élites terratenientes, representada por el Partido Conservador, y la tecnocrática, relacionada con valores modernos, que intentan desligarse de la iglesia y no ven bien la intervención del Estado en los mercados, representada por el Partido de la U”. El autor del estudio señala que para un alto porcentaje de la élite colombiana y del propio pueblo, “lo importante no es la igualdad de oportunidades, sino que los pobres tengan algo” de que vivir.

Un hecho que viene a confirmar la profundización de la derechización de la sociedad colombiana es la derechización de la juventud, segmento de la población que es considerado en casi toda sociedad como partidario de las ideas de izquierda. A mediados de la década 2000, una encuesta de la firma Datexco publicada por la Revista Cambio reveló que los jóvenes colombianos “prefieren las actitudes conservadoras”. El 8 de julio de 2011 la revista Semana publicó un artículo en el que se podía leer que un gran porcentaje de jóvenes colombianos dicen ser “de derecha; pero ni fachos, ni godos, simplemente nacionalistas". Según el reportaje esos “jóvenes estudiantes de universidades privadas en su mayoría”, tienen entre sus banderas la defensa de la “patria, la familia y la religión”.



Proyección del voto por sexo en la segunda vuelta. Importante resaltar que Santos gana en  la población femenina y Zuluaga en la población masculina. Imagen tomada de correoconfidencial

Otro indicador que muestra el fuerte apego de los colombianos a las ideas conservadoras es la imagen positiva que estos tienen de la iglesia y las fuerzas armadas. Según un sondeo de la firma encuestadora Gallup llevado a cabo a comienzos del mes de mayo de 2014, “a nivel institucional, las Fuerzas Militares (71 %) y la iglesia católica (68 %) son las más apreciadas por los colombianos, mientras que los mayores índices de rechazo los tienen la guerrilla de las FARC (93 %), los partidos políticos (71 %), el sistema judicial (73 %) y el Congreso (68 %)”. En cuanto al estamento eclesiástico y militar, los guarismos son los mismos desde mediados de la década de 1990.

El contexto que hemos descrito nos permite de entender porque no resulta raro que hoy “las banderas del conservadurismo, que un día representó Laureano Gómez”, sigan teniendo tanto “eco en los pasillos del Congreso”, que se hayan tomado un organismo como la Procuraduría General de la Nación y se manifiesten de manera tan contundente en las urnas, tal como pasó en las elecciones presidenciales del domingo 25 de mayo de 2014.


Las elecciones y sus escándalos: la percepción del ojo de un caricaturista. Imagen tomada de:  caricaturahomez 

Ese día los dos herederos del capital político del expresidente Álvaro Uribe fueron escogidos, para disputar –y apelemos aquí a las metáforas del argot deportivo- el mano a mano final en la serie presidencial. De un lado esta Oscar Iván Zuluaga, un economista sin muchos abolengos, proveniente del mundo rural, que promete restaurar el estilo de gobierno de su mentor y cuidar “la obra”, que es la manera como los adeptos fieles al expresidente Uribe llaman su legado. Zuluaga prometió que, de ganar las elecciones su primera acción de gobierno seria “suspender los diálogos de la Habana y dar ocho días de plazo a las FARC para (...) suspender toda acción criminal contra los colombianos".

En la otra esquina está Juan Manuel Santos, un sobrino nieto de presidente, que tiene como segundo a bordo a otro nieto de presidente. Santos, a pesar de haber prometido cuidarle “los tres huevitos” al expresidente Uribe: otra manera como llaman también “la obra”, no dudó en tomar distancia de su predecesor, para pasar a la historia haciendo sus propios méritos. Por haber desechado el estilo y el legado de su padrino, el uribismo puro y duro, que hoy promueve la elección de Zuluaga, no se anda por las ramas para llamarlo traidor. Según los fieles del expresidente, “Santos se hizo elegir con unas ideas y está gobernando con otras”, traicionando así “la confianza del pueblo que lo eligió”.



Proyección del voto en la segunda vuelta por los candidatos en lisa en las diferentes regiones de Colombia. Imagen tomada de correoconfidencial

Ese desprecio que sienten los seguidores de Uribe por Santos se patentiza en comentarios como los de Sandra Esteben, una comentarista de la revista Semana, que afirma “el colombiano está cansado del traicionero de JUAN MANUEL SANTOS. Queremos de presidente al doctor OSCAR IVAN ZULUAGA... ya no queremos más arrodillados de los terrorista de la FARC, ya no queremos más PAROS, ya no queremos más MALTRATOS, ya no queremos más CORRUPTOS, ya no queremos más TRAICIONEROS... ZULUAGA presidente”.

La victoria de Oscar Iván Zuluaga: el candidato uribista puro y duro y la eliminación de los candidatos centristas y de izquierda en la primera vuelta ha dado origen para la segunda vuelta a dos bloques de opinión bien definidos. Mientras la candidata del Partido conservador Martha Lucia Ramírez se alineó  detrás del candidato Uribista, un conjunto de fuerzas heteróclitas, que tratan de evitar el retorno de la derecha pura y dura al poder, donde convergen fuerzas de centro y de izquierda y un sector del partido conservador, han tomado posición del lado de Juan Manuel Santos. A ese grupo se ha sumado hasta el movimiento que eligió a la alcaldía de Bogotá a Gustavo Petro, cuyos miembros hace dos meses no querían saber nada de Santos.

Hay quienes sostiene, como Andrés Felipe Parra, que la victoria de Oscar Iván Zuluaga en segunda vuelta significaría el “el ascenso de un proyecto uribista envalentonado, que haría de la solución militar [del conflicto] un punto de no retorno”. Quienes así piensan aseguran que Uribe retomaría antes de la posesión del nuevo presidente el control del congreso, desde donde emprendería la captura de las altas cortes y de los organismos de control del Estado, reformaría la constitución y le abriría la puerta a su tercera reelección.

Si esto sucede, dicen los que así piensan, Colombia comenzaría de la mano de Uribe un proceso similar al venezolano, donde el culto a la  figura del caudillo paternalista –salvador de la patria-, facilitaría el arrasamiento de la frágil institucionalidad democrática colombiana y permitiría el empoderamiento de una clientela caudillista en todas las esferas de la sociedad y del Estado, que tendría como objetivo perpetuar “la obra de gobierno”; esos tres huevitos, que hoy se sintetizan en el eslogan principal de la campaña uribista: retorno de la seguridad democrática.

Las elecciones vistas por Matador, el mejor caricaturista político colombiano del Momento. Imagen tomada de: eltiempo

Observadores de la política colombiana, como Juan Gabriel Gomez Albarello, esperan que el 15 de junio suceda en Colombia lo que ocurrió en la segunda vuelta de las  presidenciales francesas de 2002, cuando contra todo pronóstico se enfrentaron Jacques Chirac, candidato de la derecha y Jean-Marie Le Pen, candidato de la derecha extrema. Para evitar el triunfo del candidato de extrema derecha, la izquierda y la derecha moderada “concurrieron en masa a votar contra Le Pen. El resultado fue contundente: Chirac obtuvo cuatro veces más votos en la segunda vuelta que en la primera”.

El fenómeno parece estar tomado cuerpo en las redes sociales, pues aquellos que no quieren el retorno del expresidente han puesto a circular en Facebook poster con frases como estas: “Juan Manuel no es santo de mi devoción, pero en la segunda vuelta nos toca santificarnos para evitar que gane el candidato de Uribe”.




Mensaje de redes sociales, que promueve el voto a favor de Juan Manuel Santos y en contra de Oscar Iván Zuluaga, candidato uribista en la segunda vuelta de las acciones presidenciales colombianas, el 15 de junio.




Los activistas electorales de los grupos que no están con Santos y que tratan de impedir que gane Zuluaga se movilizan en las redes sociales a favor del voto por la reelección. Imagen tomada de facebook

lunes, 10 de marzo de 2014

Elecciones al congreso 2014: la Comunidad colombiana de Montreal toma posición frente a la representación de la diáspora


Miembros de la comunidad Colombiana de Montreal participan de un Foro comunitario, en el que se analizan la problemáticas que afectan a la comunidad. El foro se realizó el 12 de octubre de 2012.  Foto: Enoin Humanes.

La Comunidad Colombiana de Montreal (CCM) es una de la decena de organizaciones comunitarias y de amigos, que existen en el panorama comunitario colombiano de la ciudad de Montreal. Fundada en 2010, esta organización comunitaria sin ánimo de lucro se dedica, a través de un trabajo que hace con las uñas, a tres cosas: la investigación científica sobre temas de interés para su comunidad; el lobby ante los organismos oficiales colombianos y canadienses para hacer avanzar las causas de interés para los colombianos; y la movilización social de los actores representativos de la comunidad, con el objeto de mejorar la suerte de los 17.160 colombianos residentes en la metrópolis quebequense.     

Con ocasión de las elecciones al Congreso de la Republica de Colombia realizadas el 9 de marzo de 2014, la CCM puso a circular una ‘‘Carta abierta a los candidatos de partidos y movimientos políticos colombianos, que aspiraron a la cámara de representantes por la Circunscripción colombianos en el exterior’’. En la comunicación ese sector de la dirigencia comunitaria colombiana montrealense se detuvo, grosso modo, sobre el poco servicio que hasta la fecha ha prestado a los colombianos residentes fuera de su país la curul, que a su nombre fue creada en la Cámara de Representantes a través  de la Ley 649 de 2001.

Con esta circunscripción, que fue reglamentada por el Ministerio del Interior de Colombia a través del Decretos 0011 del ocho de enero de 2014, el Estado colombiano busca impulsar la participación en la vida pública nacional de los colombianos residentes en el exterior, que según diversas fuentes oscilan entre tres y seis millones. Sobre el propósito que condujo a la creación de dicha circunscripción, en el portal de la Registraduría nacional del Estado civil, se afirma que la misma busca garantizar ‘‘para más de 3.000.000 de colombianos [que viven fuera del territorio nacional] una representación política dentro del país que vele por sus derechos y participación’’.



Colombianos celebran la Fiesta Nacional de Colombia en un Parque de Montreal. Imagen tomada de cancilleria.gov.co

Las elecciones de marzo de 2014 fueron las primeras en las que se escogieron dos representantes a nombre de los colombianos en el exterior. Esto se debe a una reforma que, mediante un Acto Legislativo del artículo 176 de la Constitución, el Congreso de la República de Colombia llevó a cabo. La reforma trasladó una curul de la circunscripción minorías políticas a la circunscripción de los colombianos que habitan en otros países. Según el diario El Colombiano de Medellín, para las elecciones del ocho de marzo de 2014 se inscribieron 8 listas, que contaban 21 candidatos, que aspiraban a ganar el derecho a representar a los colombianos en el exterior.

Sin embargo dicha representación no ha convencido del todo a los colombianos que residen fuera de las fronteras nacionales. El tema ha salido a flote en la playa de la  virtualidad. En la página web de la W Radio, luego de una denuncia instaurada por María Angélica Vera sobre un supuesto favoritismo de algunos miembros del cuerpo diplomático colombiano en el área de Nueva York, New Yersi et Connecticut a favor de la campaña del representante 2010-2014, Jaime Buenahora Febres, los comentarios de un gran número de oyentes dejaron flotando en el ambiente una problemática concreta: el cargo de representante en nombre de los colombianos en el exterior ha servido para montar una red de burocracia, con la que se pagan favores políticos. Según los que piensan de esa manera, dicha red gravita entorno a los consulados del área triestatal que converge en la ciudad de Nueva York.

Luego del careo en la radio entre el representante Buenahora y la denunciante, varios oyentes pusieron en tela de juicio la neutralidad de los funcionarios diplomáticos en esta campaña a congreso en la región de Nueva York. Un comentarista que escribió bajo el nombre de Humberto Mesa, sostuvo que ‘‘los colombianos residentes en el exterior, hemos sido desconocidos en la cámara de representantes y en la legislación colombiana y somos víctimas de los partidos políticos, que nos han utilizado y nos han abandonado y maltratado enviándonos candidatos poco serios, para votar por ellos’’. Según Gustavo Restrepo, otro oyente de dicha emisora, el actual representante ‘‘en cuatro años no hizo nada’’ por los colombianos que se encuentran fuera del territorio nacional.



Colombianos en Montreal participan en una actividad comunitaria programada por el consulado, Foto Tomada de cancilleria.gov. 

En una nota publicada en La Silla Vacía, en la que se ventilan los pormenores de la actividad política en el seno de la comunidad colombiana en Nueva York, un comentarista que publica bajo el seudónimo de dleon99 reafirmó lo acotado por Restrepo. Para dleon99 del actual representante ‘‘es poco lo que se puede decir porque es poco lo que ha hecho’’. Según su modo de ver las cosas el comportamiento del congresista y del cuerpo diplomático es preocupante, pues ‘‘es real: están usando lo que debe ser un trabajo (y muy bien pago) para la comunidad, como campo de campaña’’.

Sobre la inutilidad de la representación, un colombiano residente en Montreal, que omitió su nombre, manifestó no saber de la existencia de esas dos curules en el congreso colombiano. Según él, si ellas existen allí no se ‘‘ventilan los temas que interesan a los colombianos residentes en estas lejanías’’. El entrevistado manifestó no conocer el nombre del actual representante a la cámara por los colombianos en el exterior, ni mucho menos sus ejecutorias. ‘‘En todo caso –dijo- de lo que si estoy seguro es que ese tipo debe tener un sueldo envidiable y está construyendo una pensión fabulosa por irse a sentar al congreso a calentar banco, en nombre de una población a la que no representa ni conoce. Son ese tipo de cosas las que lo llevan a uno a perder la confianza en las instituciones democráticas colombianas’’.


Publicidad de Viviana Viera Giraldo, candidata del Partido Polo Democrático por los colombianos en exterior google

El entrevistado sostuvo que en estas elecciones no piensa votar, porque ‘‘el congreso colombiano es un antro de corrupción, que da vergüenza por los escándalos en que se ve envuelto a cada rato. Votar al congreso es patrocinar la sinvergüencería’’, sostuvo el hombre en tono frustrado. Al final dijo que si de pronto se animaba a votar no descartaba hacerlo en blanco, porque al final no conoce el nombre ni las propuestas de ningún candidato, entre aquellos que buscan representarlo en la Cámara.

La comunidad colombiana de Montreal se invita al debate electoral

Según la misiva de la CCM, abrir el debate sobre el rol inoficioso, que hasta hoy ha cumplido la curul por los colombianos en el exterior en la Cámara de representantes, ‘‘representa una oportunidad’’ para todos los actores sociales interesados en la materia. Por un lado ’’obliga a los candidatos a ‘‘exponer sus programas’’ con claridad. Por el otro, le da la oportunidad a las diferentes organizaciones de colombianos, que trabajan por sus compatriotas en aquellos lugares donde hay comunidades colombianas, de ‘‘fortalecer los procesos de participación ciudadana en el seno de la diáspora’’. Para los signatarios de la comunicación, estos procesos deben ser impulsados ‘‘desde el parlamento colombiano’’, escenario donde los elegidos por los colombianos en el exterior deben cumplir el rol de mediadores entre los emigrados y el Estado colombiano.

Resultados de las elecciones del domingo 9 de marzo de 2014 para la circunscripción de colombianos en el exterior
Candidato
Votos
Partido
Foto
Ana Paola Agudelo
4663
Mira

Jaime Buenahora
3600
U
 
Jorge Muñoz
2967
Mira

Hector Favio Uribe
2668
Mira

Ziolo Nieto
1767
Conservador

Juan Carlos Tanus
1496
Liberal

Viviana Viera Giraldo
997
Polo Democrático

Fotos tomadas de los portales de los diferentes candidatos. 

La inconformidad de la dirigencia comunitaria colombiana de Montreal con los políticos, que la han representado luego de la creación del escaño para los colombianos en el exterior, se hace evidente a lo largo de toda la epístola. En uno de los apartes de ésta se puede leer: ‘‘si analizamos cuidadosamente el papel que ha jugado hasta el día de hoy en el Congreso de la Republica el representante de los colombianos en el exterior, una amarga constatación sale a flote: la curul otorgada a los colombianos que nos encontramos fuera del país en la Cámara de Representantes, es UN ESPACIO QUE NO HA ARROJADO NINGÚN FRUTO’’.

Sobre este aspecto se sostiene en la nota que ‘‘desde la creación de la circunscripción especial para los colombianos en el exterior han ocupado la curul personas, de las cuales no se ha llegado a conocer su nombre, ni mucho menos sus realizaciones, porque nunca han rendido cuentas a nadie, ni se han preocupado por conocer los problemas que afectan a los colombianos residentes’’ fuera del país.

Medardo Pérez (pseudónimo), un activista comunitario, considera que ‘‘en realidad de esa representación los colombianos de Montreal no debemos esperar mucho, porque: 1) para la clase dirigente del país parece que al exterior de Colombia solo hay colombianos en Nueva York y en Florida; y 2) los políticos elegidos asumen que ellos van al congreso a representar a sus partidos, a servir a sus amigos y a montar un aparato burocrático que les permita hacerse reelegir en la próxima reelección. Es lo mismo que en Colombia: nunca consultan a sus comunidades y creen que representar a la gente consiste en hacer lo que a ellos se les da la gana’’.

Por su lado los dirigentes de la Comunidad Colombiana de Montreal creen que la ‘‘falta de pro-actividad e interacción de aquellos que han ocupado esta curul ha llevado al Estado colombiano y al Congreso de la República a desaprovechar todas las posibilidades, que un espacio de esta naturaleza brinda para integrar a la vida nacional a una de las comunidades más dinámicas del país, que contribuye con su trabajo a que la situación al interior de éste sea menos difícil’’.

Según el secretario de dicho organismo, ‘‘la falta de preocupación del Estado colombiano y del Congreso de la República frente a los colombianos residentes en el exterior se puso de manifiesto, a través del abandono de la acción legislativa encaminada a reglamentar la ley que creo el Sistema Nacional de Migraciones’’.

Por su parte Victoria Vega sostuvo que ‘‘la falta de interés del Estado colombiano con respecto a sus ciudadanos en el extranjero no se condice con la contribución que hacen estas personas a la buena marcha del país. Si usted revisa las cifras económicas se dará cuenta que en el  último decenio, al mismo tiempo que decenas de miles de colombianos dejaban el país cada año, la economía de Colombia se beneficiaba por la entrada de varios miles de millones de dólares por concepto de remesas enviadas por los emigrantes a sus familias. Ese rio creciente de divisas le ha permitido al Estado de percibir por la vía del impuesto 4X1000 una buena cantidad de recursos. Por eso resulta frustrante que nadie informe, ni mucho menos consulte desde los estamentos del gobierno ni desde el Congreso de la República a las comunidades de compatriotas residentes en el exterior sobre el desarrollo de las leyes que los afectan’’.

En la carta de la CCM se sostiene que el abandono de la política contenida en la ley del Sistema nacional de migraciones representa para los cinco millones de colombianos dispersos por el mundo, una enorme pérdida pues los sectores más vulnerables de la emigración advierten que cuentan poco para su país de origen, que a través de la falta de interés por ellos le resta importancia a su participación en los temas de la vida nacional, minimiza sus derechos y desaprovecha el potencial que ellos representan para Colombia’’.

En otros de sus apartes la carta dice: ‘‘creemos que la coyuntura [electoral] se presta para sacar a relucir algunas verdades incomodas. Para nadie es un secreto que la gran mayoría de los candidatos que buscan representar en el parlamento a los colombianos residentes en el exterior, incluyendo al actual Representante a la Cámara (del cual la Comunidad Colombiana de Montreal nunca tuvo noticias), tienen muy poco que mostrar en materia de gestión en torno los intereses de  la diáspora. Sobre el titular de la curul solo basta decir que nunca consultó a sus representados, no difundió las leyes que conciernen sus intereses y no promovió la participación de los colombianos en el exterior en su proceso de reglamentación, ni mucho menos se interesó en la adopción de una política pública encaminada a beneficiar a la comunidad que representa’’.

Las propuestas

La dirigencia colombiana de Montreal le hizo a los candidatos que buscaron representarla en el congreso cuatro propuestas para que (así lo resalta la carta) ‘‘las curules que se han creado en la Cámara de Representantes a nombre de los colombianos en el exterior no se conviertan en un canto a la bandera, un monumento a la improductividad, un oneroso elefante blanco para los contribuyentes’’.

Las propuestas son:

-    Establecer canales institucionales, que faciliten la participación efectiva de la diáspora en los debates políticos relacionados con los temas que la conciernen.

-    Crear mecanismos adecuados y eficientes para que las víctimas del conflicto armado residentes en el exterior puedan participar, de manera efectiva, en los procesos de reparación a víctimas y de restitución de tierras.

-  Crear mecanismos transparentes para seleccionar a los funcionarios, que sirven en las embajadas y consulados colombianos  en los diferentes países del mundo, pues según los dirigentes colombianos de Montreal a estos cargos llega regularmente gente poco idónea, que no tiene la más mínima idea de cómo servir a la comunidad. Al respecto proponen tener en cuenta a los miembros de la comunidad a la hora de seleccionar la planta de personal de consulados y embajadas.

-   Organizar en Bogotá, el día internacional del migrante en 2015, la primera Conferencia de la diáspora colombiana residente en los cinco continentes, para ventilar con ella las problemáticas que la afectan e idear soluciones adecuadas.

La carta hace un llamando a los elegidos para que no se aleje ‘‘de las comunidades colombianas una vez se cierren las urnas’’. Según los promotores de la carta, ‘‘actuar de ese modo conlleva al desmedro de la democracia y profundiza esa tradición política –tan colombiana-, que consiste en acordarse del elector solo durante el periodo electoral’’.

En la carta se hacen votos para ‘‘que  los candidatos elegidos sean aquellos que presenten el mejor programa’’ y que sean capaces de ‘‘ofrecerles a los miembros de las comunidades de colombianos en el exterior, la posibilidad de participar activamente en la construcción de políticas relacionadas con su realidad’’.

Consideran los firmantes ‘‘que ningún programa político, por sincero que parezca, tendrá aplicación práctica si, tal como ocurrió en la legislatura que termina, los miembros del congreso no actúan de la mano con las comunidades de colombianos de la diáspora’’.


Colombianos votando en Madrid, España, en las elecciones del 9 de Marzo de 2014. Foto tomada de consulado.