El miércoles 7 de enero de
2015 tres hombres armados de fusil Kalashnikov entraron a la sede del semanario
satírico francés Charlie Hebdo y masacraron a 12 personas, siendo los periodistas
y caricaturistas quienes pusieron el mayor número de víctimas. La matanza diezmó,
de un solo palo, al equipo creativo de la publicación. El incidente que no
tiene antecedentes en la historia reciente del periodismo occidental, fue
perpetrado por un grupo de jihadistas franceses, dentro del que se destacaron los hermanos Said y Chérif Kouachi de 32 y 34 años respectivamente y
otras tres personas más. Del grupo compuesto por cinco miembros uno fue
detenido, otro emprendió la fuga y tres murieron en enfrentamiento con la
policía francesa.
De lo reportado por
la prensa internacional hasta el momento se puede colegir que la misma célula
terrorista previó una serie de ataques simultáneos, en varios puntos de la
región parisina, pues después que los hermanos Kouachi atacaron a Charlie Hebdo,
Amedy Coulibaly, un hombre con una
trayectoria delincuencial en el mundo del hampa menor, bien documentada por las
autoridades, entró a un supermercado judío, luego de matar a un policía, y mato
cuatro personas más.
Lo sucedido en
parís deja sobre la mesa al menos 15 elementos, que deben ser materia de un
análisis más profundo, orientado a comprender el fenómeno terrorista de naturaleza
religiosa y a prever soluciones.
1)
Los valores políticos del fanatismo religioso y el tipo de Estado que
propone
Actualmente los
enemigos más activos contra los valores democráticos y la civilización moderna
son grupos de fanáticos religiosos, de vocación autoritaria. Estos grupos están
tratando de restaurar un modelo estatal teocrático, inscritos en un pasado
bastante lejano. Sus valores políticos están emparentados con la tiranía, el
despotismo y la negación de los derechos humanos. El tipo de Estado que propone
es un Estado déspota y teocéntrico.
2)
El
fanatismo oscurantista ha tomado la plaza del autoritarismo contestatario
El siglo XX fue un siglo marcado, como lo resalta Serge Berstein
en su obra “La démocratie libérale” y Paul Johnson en su obra Los tiempos modernos: la
historia del siglo XX, por una lucha ruda y sin tregua
entre democracia e totalitarismo. La derrota del nacismo y el
fracaso del comunismo marcaron, como lo destacan Franceis Fukuyama, y Ana Henríquez, el triunfo de la democracia liberal. En el presente, la plaza que ocuparon las ideologías
contestarías y reaccionarias durante el siglo XX en la contestación de los
valores inherentes a la democracia liberal ha sido ocupada por una ideología
oscurantista, de cuño medieval, que busca restituir un Estado orientado por las
ideas religiosas. Hoy, como lo resalta Ghaleb Bencheik, uno de los enemigos más activos de la libertad, es el integrismo religioso.
3)
Los
adeptos de esta ideología en occidente
Los individuos
que se involucran en estas células terroristas en occidente son individuos
jóvenes, afectados por una inserción social precaria o personas excluidas de la
sociedad formal: desempleados crónicos, desertores escolares, criminales
menores que no han encontrado su lugar en el crimen organizado puro y duro,
hombres solteros que no han podido tener éxito en su vida amorosa, personas
rechazadas por sus orígenes étnicos o sociales, etc. La falta de oportunidades
o el rechazo social lleva a estos individuos a incubar en su corazón un deseo
de venganza contra el orden establecido.
4)
La
guerra del futuro es la guerra del presente
El ataque contra el Metro
de Madrid en 2004, el
ataque en Londres en 2005, el ataque contra la maratón de Boston
en 2013, el ataque al
parlamento, en Ottawa, en 2014 y ataque del 7 de enero al semanario Charlie
Hebdo reproducen
patrones parecidos. En los tres últimos hemos visto como pequeños grupos de individuos: 'lobos
solitarios',
pertenecientes a “la 'generación 2.0', como se les ha llamado en Estados Unidos
[algunos de ellos] converso al Islam, con un historial de arrestos por pequeños
delitos y que actúa sin pertenecer a ninguna organización terrorista” local
bien estructurada, cometen atentados terroristas de gran impacto mediático.
La serie de atentados acaecidos
en los países occidentales luego del 11 de
septiembre de 2001
comienzan a confirmar la teoría de Albín y Heidi Toffler sobre la guerra
en el siglo XXI, la cual es retomadas desde otra perspectiva por el historiador
Elie Barnavi en su
libro Dix
thèses sur la guerre. Según estos analistas los enemigos de las naciones con
Estados consolidados, particularmente las grandes potencias económicas y militares, en el siglo XXI no serán naciones
dirigidas por Estados consolidados, sino grupos de individuos marginales, que
no se sienten representados por ningún Estado. Estos individuos, que muchas
veces no llegarán a establecer un contacto físico entre sí, buscaran atemorizar
a la población utilizando el terror y los medios de información.
5)
Una
lucha entre civilización y barbarie, entre tradición
y modernidad
La lucha de los fanáticos
religiosos musulmanes no es una lucha contra los Estados Unidos, Francia,
Canadá o el mundo occidental. Es una lucha contra los valores laicos y modernos,
que han permitido la consolidación de una serie de libertades que ellos no
toleran, como la libertad de expresión, que desacraliza –como en el caso de
Charlie Hebdo, a través de la sátira,– los iconos y valores sobre los que se edificó la
sociedad teocéntrica, que pretende restaurar el terrorismo califal y djihadista; y el progreso de la igualdad de géneros, que ha
puesto fin a la posición dominante, que tenía el hombre en las sociedades
patriarcales. Disipada la lucha ideológica que oponía al comunismo contra el
capitalismo y la democracia contra el totalitarismo, la disputa no resuelta entre tradición
y modernidad en algunas
sociedades, vuelve a retomar fuerza.
Sobre el tema, una pléyade
amplia de analistas coincide en que el caso más sensible es el de las
sociedades musulmanas. En esos países la colonización occidental retardó y
distorsionó el sentido de esta lucha, convirtiendo a las naciones occidentales
en el enemigo. Los desmanes cometidos por los países occidentales en territorio
musulmán, como lo dijo una socióloga paquistaní, cuyo nombre no recuerdo, en un
programa de radio Canadá, le ha dado a esa lucha un cariz de guerra entre civilizaciones,
que ha permitido esconder el verdadero meollo de la confrontación: la lucha
entre los valores de la tiranía y los valores de la democracia, entre derechos ciudadanos
y privilegios de castas dominantes, entre libertad y opresión, entre derechos
humanos y despotismo. En síntesis, la lucha entre modernidad y tradición, que
explica porque los musulmanes, como lo advierte Rémi Brague, enfrentan
hoy serias dificultades para conducir la evolución de su religión. Esos elementos son también resaltados por Asma
Lamrabet,
que
busca
establecer puntos de convergencia entre los valores occidentales y los valores
islámicos.
Sobre el particular, como lo
advierte Guy
Millière, y lo resaltaron
también los participantes en un debate en Radio
Canadá el 27 septiembre de
2001, dirigido por Pierre Maisonneuve, “el islam radical está en guerra contra
las sociedades abiertas”. Sobre el particular vale retomar las palabras del
premio Noble Mario Vargas Llosa, quien ha dicho sobre esa lucha: “el asesinato
de casi toda la redacción de Charlie
Hebdo significa todavía algo
más grave: querer que la cultura occidental, cuna de la libertad, de la
democracia, de los derechos humanos, renuncie a ejercitar esos valores […] que
son el fundamento de la civilización.”
6) Los musulmanes: principales víctimas del radicalismo
musulmán
En la lucha que
adelantan los radicales musulmanes contra las sociedades democráticas y
modernas, así como contra la progresión de la modernidad en el mundo musulmán,
los principales perdedores son los musulmanes. En general es en los países musulmanes donde cae la mayoría de las víctimas de estos fanáticos. El mayor número de atentados y los
desmanes cotidianos de estos grupos, como lo dijo un imán de París, un clérigo
musulmán de Montreal y el analista Jean-François
Kahn en Radio
Canadá, se producen en países musulmanes. Sobre el particular Ghaleb Bencheik sostiene que son los
musulmanes moderados los que pagan la factura, que deja sobre la mesa cada atentado
terrorista cometido por los grupos de fanáticos, que se reivindican como
defensores de una fe religiosa, a la que están desacreditando con sus acciones.
7)
La
unidad de las élites nacionales frente a los ataques terroristas
Cuando la estabilidad
de las naciones está en peligro y la sociedad es sacudida por fuetazos como el del
miércoles 7 de enero contra la redacción del semanario Charlie Hebdo, la unidad
de su clase dirigente, como lo demostró el respaldo de Nicolás
Sarkozy al presidente
François Hollande, es fundamental para mantener la cohesión de la sociedad. En
esos momentos las diferencias ideológicas sobre los asuntos nacionales de la
vida cotidiana deben ser depuestas para rodear al jefe del Estado, tal como sucedió
en Francia
la semana del atentado.
8)
El
lenguaje común de los dirigentes mundiales para condenar los hechos
La solidaridad
entre los jefes de los Estados democráticos y la movilización de la sociedad
civil son el mayor antídoto contra el pánico generalizado, que pretenden
generar estas facciones radicales.
9)
La respuesta de las autoridades policiales
La respuesta de
las autoridades policiales tanto en Boston, Como en Ottawa y Paris debe ser un
elemento a resaltar. Una acción policial inmediata, articulada, rigurosa y de
profundo calado ha cumplido la función de generar sentimientos de seguridad en
la sociedad en un momento de crisis. En los tres casos hemos visto la
moderación del lenguaje de los responsables policiales, que se han limitado al
uso de un vocabulario técnico para referirse a los hechos y han dejado la
adjetivación de estos a los políticos y los periodistas. De otra parte, el
hecho de paralizar una ciudad, como sucedió en Boston, un sector de la ciudad,
como lo vimos en Ottawa, y dos regiones de parís, como sucedió en el caso
Charlie Hebdo, son hechos que mandan mensajes explícitos, que generan tres
tipos de sentimientos en la ciudadanía: 1) las autoridades están haciendo lo
debido para tomar el control de la situación; 2) los responsables van a ser
encontrados y puestos a disposición de la justicia; y 3) no estamos a
mercede de los terroristas.
10) La
solidaridad de la prensa francesa con Charlie Hebdo
El gesto de toda la prensa
francesa, particularmente del cotidiano Liberación, de prestar todo el apoyo logístico y financiero
necesario para garantizar la próxima edición del “periódico acribillado” y de
impulsar una edición especial de un millón de ejemplares es uno de los mayores
gestos de solidaridad en la historia de los medios de información, en la defensa
de la libertad de expresión. Son este tipo de gestos los que le muestran a la
sociedad la importancia que tienen para la democracia tres libertades capitales,
encarnadas por los medios y los periodistas: 1) la libertad de expresarnos en
los términos que nuestro leal saber y entender nos dicte; 2) la liberta de
informar a la sociedad sobre lo que sucede, como creamos conveniente de
hacerlo; y 3) la libertad de ser informado por el medio de nuestra predilección.
La posición de unidad que ha
asumido la prensa francesa y la solidaridad de organizaciones de importancia
mundial, como la empresa Google,
que donará 300.000 dólares a Charlie Hebdo, se convierten en una manifestación que concretiza ese llamado de Vargas
Llosa a que “el mundo libre [no] renuncie a uno de los valores que
son el fundamento de la civilización:… la libertad de expresión” que nos
permite hacer uso del “humor de una manera irreverente y crítica”.
11) Charlie Hebdo somos todos
El ataque a
Charlie Hebdo no se puede justificar con argucias ideológicas, ni bajo el supuesto
de que lo que sucedió fue una venganza entre bandas radicales, porque las
víctimas eran los portaestandartes de un discurso radical sobre la libertad de
expresión, que fue contestado desde una postura radical, que considera que
nadie se puede burlar de Dios.
Estoy de acuerdo con aquellos que sostienen que Charlie Hebdo ha sido históricamente una publicación
controversial. Sobre
eso quien mejor ha versado es el profesor Pedro Javier Cobo Pulido, que en CNN
escribió: “no me gusta la sátira de Charlie Hebdo: es
irreverente y en muchas ocasiones extremadamente ofensiva para las creencias,
no solo de musulmanes, sino también de cristianos.”
Frente a lo sucedió hay que decir que quienes acusan
al semanario de abusar de la libertad de expresión y
burlarse de las ideas religiosas, tienen algo de razón. Pero
justificar los hechos aduciendo que este periódico satírico provocó su
desgracia cuando cazó abiertamente una pelea contra los musulmanes,
particularmente los radicales, y tomó abiertamente posición a
favor de Israel, es entrar a justificar, como lo
advierte Raúl Piña en El
Mundo de Madrid, que
se dé un “paso atrás brutal”, para complacer a
“fanáticos que no quieren que se pueda hablar de todo".
Igualmente resulta fuera de lugar la posición que
argumenta, desde la perspectiva ideológica, que este ataque es una treta de
occidente, para
seguir en su guerra contra los países árabes que no se
han plegado a
los Estados Unidos. Así lo sugiere abiertamente el periodista Thierry
Meyssan y lo ratifican millares de
voces en internet, que endosan la
teoría que sostiene que “el
objetivo” del ataque era el “de provocar un “choque de civilizaciones” y crear una guerra civil entre musulmanes y no musulmanes,
inmigrantes contra locales, en Francia”. A los que toman esa deriva y nos recuerdan que los ejércitos occidentales matan a miles de inocentes en Medio Oriente, para apropiarse de los
recursos de esas naciones u organizan guerras para acabar con regímenes que no
les son proclives, hay que recordarles
que estos grupos, como lo advierte Réda Dali, están pretendiendo imponer
su visión del mundo a todo el mundo musulmán. Allí han emprendido desde la
década de 1970 una cruzada contra los derechos de las mujeres en los países más
liberales. Por eso hay quienes no se miden para decir que hoy les femmes sont la cible principale de l’islam
radical.
Sobre la influencia de Charlie Hebdo en la opinión
pública vale decir que este periódico ha tenido siempre una clientela bastante
reducida, que se recluta en sectores
irreverentes circunscritos al mundo universitario y a sectores intelectuales
contestatarios del orden religioso. Si bien puede aceptarse que su lenguaje
desborda los límites de la libertad de expresión, no se puede aceptar que la
morigeración de éste provenga del mundo de la barbarie. En efecto, como lo dijo
Albert Monteys, "desde el humor hay que combatir todos los fanatismos”.
Eso indica que “la batalla ahora es reconquistar el espacio de libertad que se
ha perdido con este asesinato".
Frente a lo sucedido es
oportuno resaltar que la crítica al estilo virulento de Charlie Hebdo solo
debía proceder del mundo de las ideas. Si alguien consideraba que este
semanario estaba abusando de la libertad de expresión, la contestación de su
discurso debió darse en el plano del debate intelectual y no a sangre y fuego. Sobre este punto más clara no puede ser la posición de
Pedro Javier Cobo Pulido, quien sostiene que aquí lo que “hay que defender es uno de los principios sagrados de la
democracia: la libertad de expresión”. En tal sentido, quien no comparta las
posturas de un medio como éste puede “no comprar, escribir cartas al editor,
poner una demanda si fuera el caso de difamación, etc.”.
Sobre lo crucial que resulta
la idea de endosar la camisa de Charlie Hebdo en estos momentos, mejor no lo
pudo decir Mario
Vargas Llosa, al advertir
que aquel que no eleve su voz contra esta masacre ha comenzado a aceptar que se
“empiece a ejercitar la censura” a ponerse
“límites a la libertad de expresión”, a
establecerse “temas prohibidos, es
decir, renunciar a uno de los principios más fundamentales de la cultura de la
libertad: el derecho de crítica”.
12) El humor es subversivo y el totalitarismo no lo tolera
Este 7 de enero
la humanidad ha confirmado una vez más que el totalitarismo y el
fundamentalismo religioso no soportan la sátira y las miradas jocosas sobre sus
postulados y prácticas. Como lo dijo la historiadora quebequense Mira Falardeau no hay
democracia sin humor y no hay humor
sin democracia. Falardo advierte que desde la antigüedad los
jerarcas más radicales de los grupos religiosos han buscan siempre la manera de
asegurarse que los postulados de la fe que profesan no sean puestos en cuestión
por nadie. Esto garantiza que el común de la gente no se distancie del discurso
religioso como discurso orientador de la vida. La pérdida de respeto del
individuo común y corriente frente a las ideas teológicas es un riesgo que se
corre con la multiplicación de las interpretaciones jocosas, que caricaturistas
radicales puedan hacer de la iconografía sagrada, como lo han hecho en este
caso los caricaturistas de Charlie Hebdo.
13) La
retención en el lenguaje y el tacto para no estigmatizar a la población
inmigrante de confesión musulmana
En este campo el mejor ejemplo lo ha dado el
presidente francés François Holland, que ha utilizado un discurso cuidadoso
orientado a evitar la estigmatización de la población musulmana radicada en Francia.
En un debate reportado por el portal Atlántico, Philippe d'Iribarne; Roland Hureaux y Ghaleb Bencheik han dicho que si bien la población
musulmana no puede sustraerse a los hechos, convertir a todos los musulmanes en
sospechoso es un hecho que no le conviene a un país como Francia. Para minar la
xenofobia y facilitar la apertura del dialogo intercultural y religioso, es
importante permitirle a las figuras legitimas de la confesión musulmana tomar
la palabra y rechazar a los actores violentos, que se amparan de la fe para
aterrorizar al mundo, tal como lo han propuesto en los debates radiales algunos
actores académicos.
14) La integración de los inmigrantes: una clave para
prevenir el fenómeno de los lobos solitarios
En los países de inmigración
es imperativo que los Estados adopten programas robustos de integración, orientados
a facilitar la movilidad social de los inmigrantes de primera, segunda y
tercera generación. Como se ha venido constatando ataque tras ataque, muchos de
estos lobos
solitarios reclutados por los grupos islámico son hijos de inmigrantes mal integrados, a los que la pobreza, la
soledad y la falta de oportunidades concretas ha convertido en individuos
vulnerables socialmente, que puedan ser presa fácil del odio social. Estos
adolescentes y jóvenes, animados por un sentimiento de injusticia respecto a
sus padres y a ellos mismo, pueden alimentar hoy en internet, de manera fácil, su odio hacia occidente. Es allí donde beben de
esta ideología y donde se enrolan en los grupos de fanáticos religiosos de
orientación mesiánica o libertaria, que luego de entrenarlos les dan la orden 'Golpea como puedas' y 'mata cuando creas'. En ese orden de idea no le falta razón a Santiago Cruz
Hoyos, que en El
País de Cali anota
que la exclusión de los musulmanes e Francia es un terreno abonado para que
florezca el terrorismo, pues los jóvenes musulmanes
de primera y segunda generación padecen los efectos de una exclusión social, a
la que son sometidos sistemáticamente.
15) Sacar
a los jóvenes del aislamiento
Una tarea urgente es romper el aislamiento y la
marginalidad de un alto porcentaje de jóvenes, que hoy deambulan por la
sociedad sin referentes concretos. Los estudiosos del tema han venido demostrando que por dedicarse
al trabajo y afanados por el éxito personal, un porcentaje amplio de padres de
familia han terminado abandonando la responsabilidad que les concierne como
padres: ocuparse de la orientación de sus hijos. Sin referentes concretos a seguir, estos jóvenes terminan revelándose
contra el mundo y buscando orientación sobre temas cruciales de la vida, donde en
primera instancia no deberían hacerlo: el internet. Allí se encuentran con todo
tipo de referentes. Al no tener los parámetros referenciales
adecuados en
materia de valores,
pueden terminar siendo reclutados por el crimen organizado, los explotadores
sexuales y por los grupos terroristas
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