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viernes, 30 de enero de 2015

Matanza en el semanario Charlie Hebdo: quince claves para interpretar lo sucedido


El miércoles 7 de enero de 2015 tres hombres armados de fusil Kalashnikov entraron a la sede del semanario satírico francés Charlie Hebdo y masacraron a 12 personas, siendo los periodistas y caricaturistas quienes pusieron el mayor número de víctimas. La matanza diezmó, de un solo palo, al equipo creativo de la publicación. El incidente que no tiene antecedentes en la historia reciente del periodismo occidental, fue perpetrado por un grupo de jihadistas franceses, dentro del que se destacaron los hermanos Said y Chérif Kouachi de 32 y 34 años respectivamente y otras tres personas más. Del grupo compuesto por cinco miembros uno fue detenido, otro emprendió la fuga y tres murieron en enfrentamiento con la policía francesa.

De lo reportado por la prensa internacional hasta el momento se puede colegir que la misma célula terrorista previó una serie de ataques simultáneos, en varios puntos de la región parisina, pues después que los hermanos Kouachi atacaron a Charlie Hebdo,  Amedy Coulibaly, un hombre con una trayectoria delincuencial en el mundo del hampa menor, bien documentada por las autoridades, entró a un supermercado judío, luego de matar a un policía, y mato cuatro personas más.

Lo sucedido en parís deja sobre la mesa al menos 15 elementos, que deben ser materia de un análisis más profundo, orientado a comprender el fenómeno terrorista de naturaleza religiosa y a prever soluciones.

1)      Los valores políticos del fanatismo religioso y el tipo de Estado que propone

Actualmente los enemigos más activos contra los valores democráticos y la civilización moderna son grupos de fanáticos religiosos, de vocación autoritaria. Estos grupos están tratando de restaurar un modelo estatal teocrático, inscritos en un pasado bastante lejano. Sus valores políticos están emparentados con la tiranía, el despotismo y la negación de los derechos humanos. El tipo de Estado que propone es un Estado déspota y teocéntrico.

2)      El fanatismo oscurantista ha tomado la plaza del autoritarismo contestatario

El siglo XX fue un siglo marcado, como lo resalta Serge Berstein en su obra “La démocratie libérale” y Paul Johnson en su obra Los tiempos modernos: la historia del siglo XX, por una lucha ruda y sin tregua entre democracia e totalitarismo. La derrota del nacismo y el fracaso del comunismo marcaron, como lo destacan Franceis Fukuyama, y Ana Henríquez, el triunfo de la democracia liberal. En el presente, la plaza que ocuparon las ideologías contestarías y reaccionarias durante el siglo XX en la contestación de los valores inherentes a la democracia liberal ha sido ocupada por una ideología oscurantista, de cuño medieval, que busca restituir un Estado orientado por las ideas religiosas. Hoy, como lo resalta Ghaleb Bencheik, uno de los enemigos más activos de la libertad, es el integrismo religioso.

3)      Los adeptos de esta ideología en occidente

Los individuos que se involucran en estas células terroristas en occidente son individuos jóvenes, afectados por una inserción social precaria o personas excluidas de la sociedad formal: desempleados crónicos, desertores escolares, criminales menores que no han encontrado su lugar en el crimen organizado puro y duro, hombres solteros que no han podido tener éxito en su vida amorosa, personas rechazadas por sus orígenes étnicos o sociales, etc. La falta de oportunidades o el rechazo social lleva a estos individuos a incubar en su corazón un deseo de venganza contra el orden establecido.

4)      La guerra del futuro es la guerra del presente

El ataque contra el Metro de Madrid en 2004, el ataque en Londres en 2005, el ataque contra la maratón de Boston en 2013, el ataque al parlamento, en Ottawa, en 2014 y ataque del 7 de enero al semanario Charlie Hebdo reproducen patrones parecidos. En los tres últimos hemos visto como pequeños grupos de individuos: 'lobos solitarios', pertenecientes a “la 'generación 2.0', como se les ha llamado en Estados Unidos [algunos de ellos] converso al Islam, con un historial de arrestos por pequeños delitos y que actúa sin pertenecer a ninguna organización terrorista” local bien estructurada, cometen atentados terroristas de gran impacto mediático.

La serie de atentados acaecidos en los países occidentales luego del 11 de septiembre de 2001 comienzan a confirmar la teoría de Albín y Heidi Toffler sobre la guerra en el siglo XXI, la cual es retomadas desde otra perspectiva por el historiador Elie Barnavi en su libro Dix thèses sur la guerre. Según estos analistas los enemigos de las naciones con Estados consolidados, particularmente las grandes potencias económicas y militares, en el siglo XXI no serán naciones dirigidas por Estados consolidados, sino grupos de individuos marginales, que no se sienten representados por ningún Estado. Estos individuos, que muchas veces no llegarán a establecer un contacto físico entre sí, buscaran atemorizar a la población utilizando el terror y los medios de información.

5)      Una lucha entre civilización y barbarie, entre tradición y modernidad  

La lucha de los fanáticos religiosos musulmanes no es una lucha contra los Estados Unidos, Francia, Canadá o el mundo occidental. Es una lucha contra los valores laicos y modernos, que han permitido la consolidación de una serie de libertades que ellos no toleran, como la libertad de expresión, que desacraliza –como en el caso de Charlie Hebdo, a través de la sátira,– los  iconos y valores sobre los que se edificó la sociedad teocéntrica, que pretende restaurar el terrorismo califal y djihadista; y el progreso de la igualdad de géneros, que ha puesto fin a la posición dominante, que tenía el hombre en las sociedades patriarcales. Disipada la lucha ideológica que oponía al comunismo contra el capitalismo y la democracia contra el totalitarismo, la disputa no resuelta entre tradición y modernidad en algunas sociedades, vuelve a retomar fuerza.

Sobre el tema, una pléyade amplia de analistas coincide en que el caso más sensible es el de las sociedades musulmanas. En esos países la colonización occidental retardó y distorsionó el sentido de esta lucha, convirtiendo a las naciones occidentales en el enemigo. Los desmanes cometidos por los países occidentales en territorio musulmán, como lo dijo una socióloga paquistaní, cuyo nombre no recuerdo, en un programa de radio Canadá, le ha dado a esa lucha un cariz de guerra entre civilizaciones, que ha permitido esconder el verdadero meollo de la confrontación: la lucha entre los valores de la tiranía y los valores de la democracia, entre derechos ciudadanos y privilegios de castas dominantes, entre libertad y opresión, entre derechos humanos y despotismo. En síntesis, la lucha entre modernidad y tradición, que explica porque los musulmanes, como lo advierte Rémi Brague, enfrentan hoy serias dificultades para conducir la evolución de su religión. Esos elementos son también resaltados por Asma Lamrabet, que busca establecer puntos de convergencia entre los valores occidentales y los valores islámicos.

Sobre el particular, como lo advierte Guy Millière, y lo resaltaron también los participantes en un debate en Radio Canadá el 27 septiembre de 2001, dirigido por Pierre Maisonneuve, “el islam radical está en guerra contra las sociedades abiertas”. Sobre el particular vale retomar las palabras del premio Noble Mario Vargas Llosa, quien ha dicho sobre esa lucha: “el asesinato de casi toda la redacción de Charlie Hebdo significa todavía algo más grave: querer que la cultura occidental, cuna de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, renuncie a ejercitar esos valores […] que son el fundamento de la civilización.”

6)      Los musulmanes: principales víctimas del radicalismo musulmán

En la lucha que adelantan los radicales musulmanes contra las sociedades democráticas y modernas, así como contra la progresión de la modernidad en el mundo musulmán, los principales perdedores son los musulmanes. En general es en los países musulmanes donde cae la mayoría de las víctimas de estos fanáticos. El mayor número de atentados y los desmanes cotidianos de estos grupos, como lo dijo un imán de París, un clérigo musulmán de Montreal y el analista Jean-François Kahn en Radio Canadá, se producen en países musulmanes. Sobre el particular Ghaleb Bencheik sostiene que son los musulmanes moderados los que pagan la factura, que deja sobre la mesa cada atentado terrorista cometido por los grupos de fanáticos, que se reivindican como defensores de una fe religiosa, a la que están desacreditando con sus acciones.

7)      La unidad de las élites nacionales frente a los ataques terroristas

Cuando la estabilidad de las naciones está en peligro y la sociedad es sacudida por fuetazos como el del miércoles 7 de enero contra la redacción del semanario Charlie Hebdo, la unidad de su clase dirigente, como lo demostró el respaldo de Nicolás Sarkozy al presidente François Hollande, es fundamental para mantener la cohesión de la sociedad. En esos momentos las diferencias ideológicas sobre los asuntos nacionales de la vida cotidiana deben ser depuestas para rodear al jefe del Estado, tal como sucedió en Francia la semana del atentado.

8)      El lenguaje común de los dirigentes mundiales para condenar los hechos

La solidaridad entre los jefes de los Estados democráticos y la movilización de la sociedad civil son el mayor antídoto contra el pánico generalizado, que pretenden generar estas facciones radicales.

9)      La respuesta de las autoridades policiales

La respuesta de las autoridades policiales tanto en Boston, Como en Ottawa y Paris debe ser un elemento a resaltar. Una acción policial inmediata, articulada, rigurosa y de profundo calado ha cumplido la función de generar sentimientos de seguridad en la sociedad en un momento de crisis. En los tres casos hemos visto la moderación del lenguaje de los responsables policiales, que se han limitado al uso de un vocabulario técnico para referirse a los hechos y han dejado la adjetivación de estos a los políticos y los periodistas. De otra parte, el hecho de paralizar una ciudad, como sucedió en Boston, un sector de la ciudad, como lo vimos en Ottawa, y dos regiones de parís, como sucedió en el caso Charlie Hebdo, son hechos que mandan mensajes explícitos, que generan tres tipos de sentimientos en la ciudadanía: 1) las autoridades están haciendo lo debido para tomar el control de la situación; 2) los responsables van a ser encontrados y puestos a disposición de la justicia; y 3) no estamos a mercede de los terroristas.

10)  La solidaridad de la prensa francesa con Charlie Hebdo 

El gesto de toda la prensa francesa, particularmente del cotidiano Liberación, de prestar todo el apoyo logístico y financiero necesario para garantizar la próxima edición del “periódico acribillado” y de impulsar una edición especial de un millón de ejemplares es uno de los mayores gestos de solidaridad en la historia de los medios de información, en la defensa de la libertad de expresión. Son este tipo de gestos los que le muestran a la sociedad la importancia que tienen para la democracia tres libertades capitales, encarnadas por los medios y los periodistas: 1) la libertad de expresarnos en los términos que nuestro leal saber y entender nos dicte; 2) la liberta de informar a la sociedad sobre lo que sucede, como creamos conveniente de hacerlo; y 3) la libertad de ser informado por el medio de nuestra predilección.

La posición de unidad que ha asumido la prensa francesa y la solidaridad de organizaciones de importancia mundial, como la empresa Google, que donará 300.000 dólares a Charlie Hebdo, se convierten en una manifestación que concretiza ese llamado de Vargas Llosa a que “el mundo libre [no] renuncie a uno de los valores que son el fundamento de la civilización:… la libertad de expresión” que nos permite hacer uso del “humor de una manera irreverente y crítica”. 

11)   Charlie Hebdo somos todos

El ataque  a Charlie Hebdo no se puede justificar con argucias ideológicas, ni bajo el supuesto de que lo que sucedió fue una venganza entre bandas radicales, porque las víctimas eran los portaestandartes de un discurso radical sobre la libertad de expresión, que fue contestado desde una postura radical, que considera que nadie se puede burlar de Dios.

Estoy de acuerdo con aquellos que sostienen que Charlie Hebdo ha sido históricamente una publicación controversial. Sobre eso quien mejor ha versado es el profesor Pedro Javier Cobo Pulido, que en CNN  escribió: “no me gusta la sátira de Charlie Hebdo: es irreverente y en muchas ocasiones extremadamente ofensiva para las creencias, no solo de musulmanes, sino también de cristianos.”

Frente a lo sucedió hay que decir que quienes acusan al semanario de abusar de la libertad de expresión y burlarse de las ideas religiosas, tienen algo de razón. Pero justificar los hechos aduciendo que este periódico satírico provocó su desgracia cuando cazó abiertamente una pelea contra los musulmanes, particularmente los radicales, y tomó abiertamente posición a favor de Israel, es entrar a justificar, como lo advierte Raúl Piña en El Mundo de Madrid, que se dé un “paso atrás brutal”, para complacer a “fanáticos que no quieren que se pueda hablar de todo".

Igualmente resulta fuera de lugar la posición que argumenta, desde la perspectiva ideológica, que este ataque es una treta de occidente, para seguir en su guerra contra los países árabes que no se han plegado a los Estados Unidos. Así lo sugiere abiertamente el periodista Thierry Meyssan y lo ratifican millares de voces en internet, que endosan la teoría que sostiene que “el objetivo” del ataque era el “de provocar un “choque de civilizaciones” y crear una guerra civil entre musulmanes y no musulmanes, inmigrantes contra locales, en Francia”. A los que toman esa deriva y nos recuerdan que los ejércitos occidentales matan a miles de inocentes en Medio Oriente, para apropiarse de los recursos de esas naciones u organizan guerras para acabar con regímenes que no les son proclives, hay que recordarles que estos grupos, como lo advierte Réda Dali, están pretendiendo imponer su visión del mundo a todo el mundo musulmán. Allí han emprendido desde la década de 1970 una cruzada contra los derechos de las mujeres en los países más liberales. Por eso hay quienes no se miden para decir que hoy les femmes sont la cible principale de l’islam radical.

Sobre la influencia de Charlie Hebdo en la opinión pública vale decir que este periódico ha tenido siempre una clientela bastante reducida, que se recluta en sectores irreverentes circunscritos al mundo universitario y a sectores intelectuales contestatarios del orden religioso. Si bien puede aceptarse que su lenguaje desborda los límites de la libertad de expresión, no se puede aceptar que la morigeración de éste provenga del mundo de la barbarie. En efecto, como lo dijo Albert Monteys, "desde el humor hay que combatir todos los fanatismos”. Eso indica que “la batalla ahora es reconquistar el espacio de libertad que se ha perdido con este asesinato". 

Frente a lo sucedido es oportuno resaltar que la crítica al estilo virulento de Charlie Hebdo solo debía proceder del mundo de las ideas. Si alguien consideraba que este semanario estaba abusando de la libertad de expresión, la contestación de su discurso debió darse en el plano del debate intelectual y no a sangre y fuego. Sobre este punto más clara no puede ser la posición de Pedro Javier Cobo Pulido, quien sostiene que aquí lo que “hay que defender es uno de los principios sagrados de la democracia: la libertad de expresión”. En tal sentido, quien no comparta las posturas de un medio como éste puede “no comprar, escribir cartas al editor, poner una demanda si fuera el caso de difamación, etc.”.

Sobre lo crucial que resulta la idea de endosar la camisa de Charlie Hebdo en estos momentos, mejor no lo pudo decir Mario Vargas Llosa, al advertir que aquel que no eleve su voz contra esta masacre ha comenzado a aceptar que se “empiece a ejercitar la censura” a ponerse “límites a la libertad de expresión”,  a establecerse  “temas prohibidos, es decir, renunciar a uno de los principios más fundamentales de la cultura de la libertad: el derecho de crítica”.

12)  El humor es subversivo y el totalitarismo no lo tolera

Este 7 de enero la humanidad ha confirmado una vez más que el totalitarismo y el fundamentalismo religioso no soportan la sátira y las miradas jocosas sobre sus postulados y prácticas. Como lo dijo la historiadora quebequense Mira Falardeau no hay democracia sin humor y no hay humor sin democracia. Falardo advierte que desde la antigüedad los jerarcas más radicales de los grupos religiosos han buscan siempre la manera de asegurarse que los postulados de la fe que profesan no sean puestos en cuestión por nadie. Esto garantiza que el común de la gente no se distancie del discurso religioso como discurso orientador de la vida. La pérdida de respeto del individuo común y corriente frente a las ideas teológicas es un riesgo que se corre con la multiplicación de las interpretaciones jocosas, que caricaturistas radicales puedan hacer de la iconografía sagrada, como lo han hecho en este caso los caricaturistas de Charlie Hebdo.


13)  La retención en el lenguaje y el tacto para no estigmatizar a la población inmigrante de confesión musulmana

En este campo el mejor ejemplo lo ha dado el presidente francés François Holland, que ha utilizado un discurso cuidadoso orientado a evitar la estigmatización de la población musulmana radicada en Francia. En un debate reportado por el portal Atlántico, Philippe d'Iribarne; Roland Hureaux y Ghaleb Bencheik han dicho que si bien la población musulmana no puede sustraerse a los hechos, convertir a todos los musulmanes en sospechoso es un hecho que no le conviene a un país como Francia. Para minar la xenofobia y facilitar la apertura del dialogo intercultural y religioso, es importante permitirle a las figuras legitimas de la confesión musulmana tomar la palabra y rechazar a los actores violentos, que se amparan de la fe para aterrorizar al mundo, tal como lo han propuesto en los debates radiales algunos actores académicos.

14)  La integración de los inmigrantes: una clave para prevenir el fenómeno de los lobos solitarios

En los países de inmigración es imperativo que los Estados adopten programas robustos de integración, orientados a facilitar la movilidad social de los inmigrantes de primera, segunda y tercera generación. Como se ha venido constatando ataque tras ataque, muchos de estos lobos solitarios reclutados por los grupos islámico son hijos de inmigrantes mal integrados, a los que la pobreza, la soledad y la falta de oportunidades concretas ha convertido en individuos vulnerables socialmente, que puedan ser presa fácil del odio social. Estos adolescentes y jóvenes, animados por un sentimiento de injusticia respecto a sus padres y a ellos mismo, pueden alimentar hoy en internet, de manera fácil, su odio hacia occidente. Es allí donde beben de esta ideología y donde se enrolan en los grupos de fanáticos religiosos de orientación mesiánica o libertaria, que luego de entrenarlos les dan la orden 'Golpea como puedas' y 'mata cuando creas'. En ese orden de idea no le falta razón a Santiago Cruz Hoyos, que en El País de Cali anota que la exclusión de los musulmanes e Francia es un terreno abonado para que florezca el terrorismo, pues los jóvenes musulmanes de primera y segunda generación padecen los efectos de una exclusión social, a la que son sometidos sistemáticamente.

15)  Sacar a los jóvenes del aislamiento

Una tarea urgente es romper el aislamiento y la marginalidad de un alto porcentaje de jóvenes, que hoy deambulan por la sociedad sin referentes concretos. Los estudiosos del tema han venido demostrando que por dedicarse al trabajo y afanados por el éxito personal, un porcentaje amplio de padres de familia han terminado abandonando la responsabilidad que les concierne como padres: ocuparse de la orientación de sus hijos. Sin referentes concretos a seguir, estos jóvenes terminan revelándose contra el mundo y buscando orientación sobre temas cruciales de la vida, donde en primera instancia no deberían hacerlo: el internet. Allí se encuentran con todo tipo de referentes. Al no tener los parámetros referenciales adecuados en materia de valores, pueden terminar siendo reclutados por el crimen organizado, los explotadores sexuales y por los grupos terroristas


Finalmente vale precisar que estas quince claves no son la única ruta posible para iniciar un proceso de interpretación de los hechos. En todo caso, cada lector podrá establecer sus propias claves de interpretación y agregar o suprimir de su lista aquellas que le parezcan  improcedentes. A las personas que estén interesadas en continuar el análisis de lo sucedido las invitamos a compartir con nosotros sus opiniones, pues consideramos que la principal obligación, que hoy tienen tanto los medios como los formadores de opinión es la de proseguir el debate que, de manera violenta, ha abierto sobre la libertad de expresión la masacre de la planta de personal del semanario Charlie Hebdo. Examinar lo sucedido desde todos los ángulos posibles es  un imperativo al que no se le puede sacar el bulto, así haya quienes ya se precipitaron a decir: Je ne suis pas Charlie (Yo no soy Charlie).