Vistas de página en total

martes, 4 de julio de 2017

Incendio



Cuando iba camino a la cama, de lo lejos, llegaron a sus oídos los ecos difusos de un tocadiscos bullicioso. Un coro de voces afro-caribe repetía a todo galillo, en tono festivo, un refrain pegajoso. “Fuego en el cuartel de bomberos”, gritaban las voces, mientras un solo de trompetas les servía como telón de fondo y una voz jacarandosa, en la que era evidente el acento de la africanidad, fraseaba un lamento de locuciones improvisadas, alrededor de las palabras mamá, cochero bomberos. Como estaba cansado, no le prestó mucha atención al estribillo, ni a las trompetas, ni al fraseo lastimero de la voz negroide, que repetía en un tono vecino del  trance: “bomberos/ mamá/ mamá  se quema la maya/ mama, pero mira mamá que me muero/ que fuego/ que fuego en el cuartel de bomberos… bomberos, bomberos”. 


Cuando posó la cabeza sobre la almohada perdió contacto con la música y su cuerpo se abandonó a la de Dios. Apenas cerró los ojos comenzó a navegar sobre las aguas procelosas de una pesadilla averna. Amarrado a su cama con un cable de acero de grueso calibre veía como un incendio voraz, que se iniciaba en un lugar recóndito de su corazón, iba devorando, sin piedad, aquello que era su morada. De la ferocidad de las llamas no se salvaban ni los muebles, ni los libros, ni los fierros forjados de las ventanas y los utensilios de cocina, que se fundían como témpanos de hielo con la rudeza del calor, ni las vigas de hormigón, que sostenían la construcción, ni los recuerdos felices del pasado. Todo, sin importar que fuera palpable o abstracto, era reducido a cenizas por el fuego. Al exterior del edificio, los bomberos hacían cuanto estaba a su alcance para extinguir una hoguera diabólica, que solo cedió después de haber consumido el último hueso de su cuerpo. Cuando estuvo seguro de que no había peligro para el personal del servicio de legistas del Estado que se ocuparía de esclarecer los hechos, el comandante de la unidad de bomberos ordenó el inicio de la inspección del lugar. Entre las cenizas de la cama y las escorias de aquello que había sido su cuerpo, justo en el lugar donde estaba situado su corazón, encontraron una foto intacta. Era la foto de ella.

Tranquilo, porque el rostro de esa que lo había desvelado durante muchos años había salido intacto de esa tragedia, su cuerpo se relajó y su sueño comenzó a serenarse. El resto de la noche durmió con placidez y sin sobresaltos. A las seis de la mañana del día siguiente se despertó con el canto de los pájaros que merodeaban por el jardín. Su memoria no recordaba ni una iota de aquel hecho trágico, que había sucedió al comienzo de la noche. Como lo esperaba una larga jornada repleta de compromisos, se dispuso a prepararse para vadear los obstáculos que lo esperaban. Para informarse, de manera sumaria, sobre lo que había pasado en el mundo mientras dormía, prendió la tele para escuchar las noticias mientras preparaba el desayuno. Estaba batiendo los huevos y vigilando el pan en la tostadora, cuando escuchó un titular que hablaba de un incendio en una casa situada en una ciudad a seiscientos kilómetros de distancia. El hecho del que acababa de ponerse al corriente le recordó su pesadilla de la noche anterior. Para comentarle las generalidades de su sueño y conocer noticias de ella corrió a buscar su número de teléfono en unas agendas viejas, que tenía al alcance de la mano. Su búsqueda se detuvo cuando vio en una esquina de la pantalla una foto, que servían de apoyo al telereportaje sobre ese suceso luctuoso.

Mientras la noticia rodaba, por la ventana se colaba el estribillo de una canción popular cubana, en la que una voz guapachosa, de cadencia africana, pregonaba en tono festivo: el cuarto de Tula/ que cogió candela/ se quedó dormida/ y no  apagó la vela/ el cuarto de…” Al final del informe, el reportero atribuyó el percance al volcamiento de un sirio de un altar que había en el cuarto. En la mesa de noche encontraron intacto un libro de autoayuda, escrito por el gurú de moda, una suerte de grifo mitad esoterista, mitad evangelista, que tenía fama de sanar los males del alma.  El separador se encontraba entre dos páginas, en una de las cuales podía leerse un párrafo, que contenía un mensaje profético. “No temas por tu destino cuando atravieses por momentos oscuros, que el cielo está lleno de seres luminosos que están de tu lado. En cualquier momento uno de esos seres de luz te enviara un rayo purificador, que le pondrá fin para siempre a los males que te agobian en este mundo perecedero, envolviendote en el fuego celestial, llevándose tu alma a un lugar donde será iluminada para siempre por los fulgores que iluminan día y noche las arcadas de la gloria”.

Abrumado por esa tragedia, que le había puesto fin a la vida de aquella que pudo haber reorientado –a su antojo- el curso de su destino, se fue a hacerle frente a sus compromisos profesionales. Iba pasando frente al templo de la congregación evangélica Río Celeste, cuando vio un afiche en el que sobresalía, en primera plana, un rostro conocido. En la parte baja del retrato podía leerse: “Italia Calvino, consultora espiritual, exorcista, experta en expulsar los espíritus de las tinieblas”. Sin pensarlo dos veces entró en el lugar. A su encuentro vino un hombre que se anunció como el pastor de la congregación.
          -  Quiero ver a la señora Calvino, le dijo sin fórmula de cortesía.
          -  Por supuesto, le respondió el otro sin rodeos. ¡Por lo que me transmite su semblante                   veo que el asunto no da espera!
 
Italia Calvino había sido su novia durante gran parte de la secundaria. Ella fue la mujer con la que se fue por primera vez a la cama. Sin embargo, en el último año del colegio su romance terminó de manera borrascosa. Italia, que era bastante exótica, había adquirido en la escuela fama de hechicera. De ella se decía en baja voz que leía las cartas, las marcas que deja el café en la taza y la ceniza del tabaco. Felicia Pimiento, que se moría por él, regó el chisme de que Italia lo había vuelto estúpido, dándole de beber un maranguango para el que no conocían antídotos, preparado por un brujo de una tribu de indios guajiros. El asunto llegó a sus oídos y el romance acabó en pelotera.

Divorciada, con dos hijos a cuestas y maltratada por el amor, a los treinta años Italia escoró en la iglesia Rio Celeste, cuando ya no tenía a donde ir. Allí ganó rápidamente fama de sanadora espiritual y restauradora de almas. Sus correligionarios decían de ella que poseía un don, que consistía en echar los demonios fuera y desatar las ligazones espirituales, que ataban a las personas a los espíritus protervos. Cuando lo vio entrar en su gabinete su cara se iluminó con el mismo resplandor, con el que se había iluminado aquella mañana de febrero, cuando se cruzaron por primera vez en el salón de noveno grado. Él, sin preámbulos, entró a contarle de su sueño y la tragedia que le había descompuesto el día. Después de escucharlo con atención, apelando a un tono agorero ella le dijo: 
         
     - Tu aura me dice que has sido un trofeo, por el que se ha librado una batalla feroz en el mundo del    más allá. Puedo leer en ella, de manera clara, que tu alma fue ofrecida como pago al demonio en una lucha a muerte, que se libró anoche entre dos espíritus tenebrosos, encarnados en dos mujeres, que hicieron pacto con el maligno para controlar tu vida. Ese combate, que se peleó en el inframundo, ha tenido consecuencias graves en el mundo que te rodea. Que estés vivo se debe a que alguien, que te quiere mucho, ha escrito tu nombre con letras de oro en el libro de la salvación. Ese acto te protegió. Pero quedaste maltrecho. De no adoptarse hoy las medidas correctivas tu vida estará atada para siempre al alma de la muerta. Serás un espíritu zombi, un muerto vivo. Dobla la rodilla. A mi lado, y al unísono conmigo ahora por el alma de ese ser, que te protegió con sus oraciones.   

Cuando volvió a tomar conciencia de la realidad el día se había diluido. Un ligero sentimiento de ansiedad vino a perturbarlo. Pero de inmediato desapareció. Los compromisos de esa jornada y los del día siguiente ya no tenían ningún sentido. Con un sentimiento de redención anidado en el corazón se fue a El Paraíso de Adán y Eva, a las seis de la tarde, a comer en compañía de Italia Calvino. Ese restaurante, especializado en comida vegetariana, se había convertido en el sitio preferido de las almas que habían nacido de nuevo.
        
Montreal, 22 de junio de 2017

Autor: Enoïn Humanez Blanquicett, derechos reservados de autor.

domingo, 3 de abril de 2016

Consejo

Imagen tomada de hypescience.com

Esa mañana gris iba caminado por esa calle sombría sin fijarme en nada de lo que sucedía a mí alrededor. De pronto, desde la nada, alguien me interpeló con una pregunta jocosa:

-       ¿Qué te pasa ole, que te noto tan meditabajo y cabisbundo?, fueron las palabras que me llegaron bajo los acordes de una voz gangosa.

Sin prestarle mucha  atención al asunto respondí como un autómata:

-       Hay días en que se juntan los dolores que nos ha dejado como herencia el pasado y las preocupaciones que nos regala –sin pedírselas- el futuro.

-       No te dejes llevar por la corriente del tiempo, me reconvino, mi interlocutor desde su madriguera. El pasado debe ser como un archivo histórico. Debemos entrar allí cuando tengamos necesidad de aclarar cosas o aprender lecciones. Allí debemos permanecer justo el tiempo que demora nuestra consulta. Cuando ésta se termina, debemos abandonar el lugar a las volandas y retornar al presente a continuar la rutina. Tal como acontece con los documentos que atestiguan la existencia de eras muertas, los recuerdos que poseemos de nuestra vida pretérita deben quedarse allí guardados bajo siete llaves. Al contrario, el futuro debe ser un lugar de inspiración. Allí hay que ir sólo para motivarnos. Al igual que en el pasado, él es un lugar donde no podemos pasar mucho tiempo, porque nos perdemos el presente, que es el lugar donde se juega minuto a minuto nuestra entrada a los armarios de la historia.

Como no tenía ni tiempo ni cabeza para reflexiones filosóficas, me dispuse a seguir mi camino. No había dado el primer paso cuando de nuevo mi interlocutor me llamó la atención:

-       Eche, ¡toma chocolate y paga lo que debes” oye! ¿Es que tú crees que yo doy consejos gratis? Son cinco duros.

Sin reparar en lo que hacía saqué un billete de dos pesos y se lo lancé sin preocuparme donde caía. En la medida en que me alejaba comprendí que ese hombre no estaba del todo equivocado y que su consejo me era de cierta utilidad. No había marchado cien pasos cuando volví atrás la mirada. En ese momento me di cuenta que en el lugar donde había sucedido la conversa se encontraba un viejo y desarrapado mendigo, pidiendo limosna. De nuevo los pensamientos sombríos volvieron a invadirme. Sin saber a ciencia cierta a dónde dirigirme, más confundido que nunca intenté retomar mi camino.

Enoïn Humanez Blanquicett
Montreal, 3 de abril de 2016.

Derechos reservados de autor.

viernes, 30 de enero de 2015

Matanza en el semanario Charlie Hebdo: quince claves para interpretar lo sucedido


El miércoles 7 de enero de 2015 tres hombres armados de fusil Kalashnikov entraron a la sede del semanario satírico francés Charlie Hebdo y masacraron a 12 personas, siendo los periodistas y caricaturistas quienes pusieron el mayor número de víctimas. La matanza diezmó, de un solo palo, al equipo creativo de la publicación. El incidente que no tiene antecedentes en la historia reciente del periodismo occidental, fue perpetrado por un grupo de jihadistas franceses, dentro del que se destacaron los hermanos Said y Chérif Kouachi de 32 y 34 años respectivamente y otras tres personas más. Del grupo compuesto por cinco miembros uno fue detenido, otro emprendió la fuga y tres murieron en enfrentamiento con la policía francesa.

De lo reportado por la prensa internacional hasta el momento se puede colegir que la misma célula terrorista previó una serie de ataques simultáneos, en varios puntos de la región parisina, pues después que los hermanos Kouachi atacaron a Charlie Hebdo,  Amedy Coulibaly, un hombre con una trayectoria delincuencial en el mundo del hampa menor, bien documentada por las autoridades, entró a un supermercado judío, luego de matar a un policía, y mato cuatro personas más.

Lo sucedido en parís deja sobre la mesa al menos 15 elementos, que deben ser materia de un análisis más profundo, orientado a comprender el fenómeno terrorista de naturaleza religiosa y a prever soluciones.

1)      Los valores políticos del fanatismo religioso y el tipo de Estado que propone

Actualmente los enemigos más activos contra los valores democráticos y la civilización moderna son grupos de fanáticos religiosos, de vocación autoritaria. Estos grupos están tratando de restaurar un modelo estatal teocrático, inscritos en un pasado bastante lejano. Sus valores políticos están emparentados con la tiranía, el despotismo y la negación de los derechos humanos. El tipo de Estado que propone es un Estado déspota y teocéntrico.

2)      El fanatismo oscurantista ha tomado la plaza del autoritarismo contestatario

El siglo XX fue un siglo marcado, como lo resalta Serge Berstein en su obra “La démocratie libérale” y Paul Johnson en su obra Los tiempos modernos: la historia del siglo XX, por una lucha ruda y sin tregua entre democracia e totalitarismo. La derrota del nacismo y el fracaso del comunismo marcaron, como lo destacan Franceis Fukuyama, y Ana Henríquez, el triunfo de la democracia liberal. En el presente, la plaza que ocuparon las ideologías contestarías y reaccionarias durante el siglo XX en la contestación de los valores inherentes a la democracia liberal ha sido ocupada por una ideología oscurantista, de cuño medieval, que busca restituir un Estado orientado por las ideas religiosas. Hoy, como lo resalta Ghaleb Bencheik, uno de los enemigos más activos de la libertad, es el integrismo religioso.

3)      Los adeptos de esta ideología en occidente

Los individuos que se involucran en estas células terroristas en occidente son individuos jóvenes, afectados por una inserción social precaria o personas excluidas de la sociedad formal: desempleados crónicos, desertores escolares, criminales menores que no han encontrado su lugar en el crimen organizado puro y duro, hombres solteros que no han podido tener éxito en su vida amorosa, personas rechazadas por sus orígenes étnicos o sociales, etc. La falta de oportunidades o el rechazo social lleva a estos individuos a incubar en su corazón un deseo de venganza contra el orden establecido.

4)      La guerra del futuro es la guerra del presente

El ataque contra el Metro de Madrid en 2004, el ataque en Londres en 2005, el ataque contra la maratón de Boston en 2013, el ataque al parlamento, en Ottawa, en 2014 y ataque del 7 de enero al semanario Charlie Hebdo reproducen patrones parecidos. En los tres últimos hemos visto como pequeños grupos de individuos: 'lobos solitarios', pertenecientes a “la 'generación 2.0', como se les ha llamado en Estados Unidos [algunos de ellos] converso al Islam, con un historial de arrestos por pequeños delitos y que actúa sin pertenecer a ninguna organización terrorista” local bien estructurada, cometen atentados terroristas de gran impacto mediático.

La serie de atentados acaecidos en los países occidentales luego del 11 de septiembre de 2001 comienzan a confirmar la teoría de Albín y Heidi Toffler sobre la guerra en el siglo XXI, la cual es retomadas desde otra perspectiva por el historiador Elie Barnavi en su libro Dix thèses sur la guerre. Según estos analistas los enemigos de las naciones con Estados consolidados, particularmente las grandes potencias económicas y militares, en el siglo XXI no serán naciones dirigidas por Estados consolidados, sino grupos de individuos marginales, que no se sienten representados por ningún Estado. Estos individuos, que muchas veces no llegarán a establecer un contacto físico entre sí, buscaran atemorizar a la población utilizando el terror y los medios de información.

5)      Una lucha entre civilización y barbarie, entre tradición y modernidad  

La lucha de los fanáticos religiosos musulmanes no es una lucha contra los Estados Unidos, Francia, Canadá o el mundo occidental. Es una lucha contra los valores laicos y modernos, que han permitido la consolidación de una serie de libertades que ellos no toleran, como la libertad de expresión, que desacraliza –como en el caso de Charlie Hebdo, a través de la sátira,– los  iconos y valores sobre los que se edificó la sociedad teocéntrica, que pretende restaurar el terrorismo califal y djihadista; y el progreso de la igualdad de géneros, que ha puesto fin a la posición dominante, que tenía el hombre en las sociedades patriarcales. Disipada la lucha ideológica que oponía al comunismo contra el capitalismo y la democracia contra el totalitarismo, la disputa no resuelta entre tradición y modernidad en algunas sociedades, vuelve a retomar fuerza.

Sobre el tema, una pléyade amplia de analistas coincide en que el caso más sensible es el de las sociedades musulmanas. En esos países la colonización occidental retardó y distorsionó el sentido de esta lucha, convirtiendo a las naciones occidentales en el enemigo. Los desmanes cometidos por los países occidentales en territorio musulmán, como lo dijo una socióloga paquistaní, cuyo nombre no recuerdo, en un programa de radio Canadá, le ha dado a esa lucha un cariz de guerra entre civilizaciones, que ha permitido esconder el verdadero meollo de la confrontación: la lucha entre los valores de la tiranía y los valores de la democracia, entre derechos ciudadanos y privilegios de castas dominantes, entre libertad y opresión, entre derechos humanos y despotismo. En síntesis, la lucha entre modernidad y tradición, que explica porque los musulmanes, como lo advierte Rémi Brague, enfrentan hoy serias dificultades para conducir la evolución de su religión. Esos elementos son también resaltados por Asma Lamrabet, que busca establecer puntos de convergencia entre los valores occidentales y los valores islámicos.

Sobre el particular, como lo advierte Guy Millière, y lo resaltaron también los participantes en un debate en Radio Canadá el 27 septiembre de 2001, dirigido por Pierre Maisonneuve, “el islam radical está en guerra contra las sociedades abiertas”. Sobre el particular vale retomar las palabras del premio Noble Mario Vargas Llosa, quien ha dicho sobre esa lucha: “el asesinato de casi toda la redacción de Charlie Hebdo significa todavía algo más grave: querer que la cultura occidental, cuna de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, renuncie a ejercitar esos valores […] que son el fundamento de la civilización.”

6)      Los musulmanes: principales víctimas del radicalismo musulmán

En la lucha que adelantan los radicales musulmanes contra las sociedades democráticas y modernas, así como contra la progresión de la modernidad en el mundo musulmán, los principales perdedores son los musulmanes. En general es en los países musulmanes donde cae la mayoría de las víctimas de estos fanáticos. El mayor número de atentados y los desmanes cotidianos de estos grupos, como lo dijo un imán de París, un clérigo musulmán de Montreal y el analista Jean-François Kahn en Radio Canadá, se producen en países musulmanes. Sobre el particular Ghaleb Bencheik sostiene que son los musulmanes moderados los que pagan la factura, que deja sobre la mesa cada atentado terrorista cometido por los grupos de fanáticos, que se reivindican como defensores de una fe religiosa, a la que están desacreditando con sus acciones.

7)      La unidad de las élites nacionales frente a los ataques terroristas

Cuando la estabilidad de las naciones está en peligro y la sociedad es sacudida por fuetazos como el del miércoles 7 de enero contra la redacción del semanario Charlie Hebdo, la unidad de su clase dirigente, como lo demostró el respaldo de Nicolás Sarkozy al presidente François Hollande, es fundamental para mantener la cohesión de la sociedad. En esos momentos las diferencias ideológicas sobre los asuntos nacionales de la vida cotidiana deben ser depuestas para rodear al jefe del Estado, tal como sucedió en Francia la semana del atentado.

8)      El lenguaje común de los dirigentes mundiales para condenar los hechos

La solidaridad entre los jefes de los Estados democráticos y la movilización de la sociedad civil son el mayor antídoto contra el pánico generalizado, que pretenden generar estas facciones radicales.

9)      La respuesta de las autoridades policiales

La respuesta de las autoridades policiales tanto en Boston, Como en Ottawa y Paris debe ser un elemento a resaltar. Una acción policial inmediata, articulada, rigurosa y de profundo calado ha cumplido la función de generar sentimientos de seguridad en la sociedad en un momento de crisis. En los tres casos hemos visto la moderación del lenguaje de los responsables policiales, que se han limitado al uso de un vocabulario técnico para referirse a los hechos y han dejado la adjetivación de estos a los políticos y los periodistas. De otra parte, el hecho de paralizar una ciudad, como sucedió en Boston, un sector de la ciudad, como lo vimos en Ottawa, y dos regiones de parís, como sucedió en el caso Charlie Hebdo, son hechos que mandan mensajes explícitos, que generan tres tipos de sentimientos en la ciudadanía: 1) las autoridades están haciendo lo debido para tomar el control de la situación; 2) los responsables van a ser encontrados y puestos a disposición de la justicia; y 3) no estamos a mercede de los terroristas.

10)  La solidaridad de la prensa francesa con Charlie Hebdo 

El gesto de toda la prensa francesa, particularmente del cotidiano Liberación, de prestar todo el apoyo logístico y financiero necesario para garantizar la próxima edición del “periódico acribillado” y de impulsar una edición especial de un millón de ejemplares es uno de los mayores gestos de solidaridad en la historia de los medios de información, en la defensa de la libertad de expresión. Son este tipo de gestos los que le muestran a la sociedad la importancia que tienen para la democracia tres libertades capitales, encarnadas por los medios y los periodistas: 1) la libertad de expresarnos en los términos que nuestro leal saber y entender nos dicte; 2) la liberta de informar a la sociedad sobre lo que sucede, como creamos conveniente de hacerlo; y 3) la libertad de ser informado por el medio de nuestra predilección.

La posición de unidad que ha asumido la prensa francesa y la solidaridad de organizaciones de importancia mundial, como la empresa Google, que donará 300.000 dólares a Charlie Hebdo, se convierten en una manifestación que concretiza ese llamado de Vargas Llosa a que “el mundo libre [no] renuncie a uno de los valores que son el fundamento de la civilización:… la libertad de expresión” que nos permite hacer uso del “humor de una manera irreverente y crítica”. 

11)   Charlie Hebdo somos todos

El ataque  a Charlie Hebdo no se puede justificar con argucias ideológicas, ni bajo el supuesto de que lo que sucedió fue una venganza entre bandas radicales, porque las víctimas eran los portaestandartes de un discurso radical sobre la libertad de expresión, que fue contestado desde una postura radical, que considera que nadie se puede burlar de Dios.

Estoy de acuerdo con aquellos que sostienen que Charlie Hebdo ha sido históricamente una publicación controversial. Sobre eso quien mejor ha versado es el profesor Pedro Javier Cobo Pulido, que en CNN  escribió: “no me gusta la sátira de Charlie Hebdo: es irreverente y en muchas ocasiones extremadamente ofensiva para las creencias, no solo de musulmanes, sino también de cristianos.”

Frente a lo sucedió hay que decir que quienes acusan al semanario de abusar de la libertad de expresión y burlarse de las ideas religiosas, tienen algo de razón. Pero justificar los hechos aduciendo que este periódico satírico provocó su desgracia cuando cazó abiertamente una pelea contra los musulmanes, particularmente los radicales, y tomó abiertamente posición a favor de Israel, es entrar a justificar, como lo advierte Raúl Piña en El Mundo de Madrid, que se dé un “paso atrás brutal”, para complacer a “fanáticos que no quieren que se pueda hablar de todo".

Igualmente resulta fuera de lugar la posición que argumenta, desde la perspectiva ideológica, que este ataque es una treta de occidente, para seguir en su guerra contra los países árabes que no se han plegado a los Estados Unidos. Así lo sugiere abiertamente el periodista Thierry Meyssan y lo ratifican millares de voces en internet, que endosan la teoría que sostiene que “el objetivo” del ataque era el “de provocar un “choque de civilizaciones” y crear una guerra civil entre musulmanes y no musulmanes, inmigrantes contra locales, en Francia”. A los que toman esa deriva y nos recuerdan que los ejércitos occidentales matan a miles de inocentes en Medio Oriente, para apropiarse de los recursos de esas naciones u organizan guerras para acabar con regímenes que no les son proclives, hay que recordarles que estos grupos, como lo advierte Réda Dali, están pretendiendo imponer su visión del mundo a todo el mundo musulmán. Allí han emprendido desde la década de 1970 una cruzada contra los derechos de las mujeres en los países más liberales. Por eso hay quienes no se miden para decir que hoy les femmes sont la cible principale de l’islam radical.

Sobre la influencia de Charlie Hebdo en la opinión pública vale decir que este periódico ha tenido siempre una clientela bastante reducida, que se recluta en sectores irreverentes circunscritos al mundo universitario y a sectores intelectuales contestatarios del orden religioso. Si bien puede aceptarse que su lenguaje desborda los límites de la libertad de expresión, no se puede aceptar que la morigeración de éste provenga del mundo de la barbarie. En efecto, como lo dijo Albert Monteys, "desde el humor hay que combatir todos los fanatismos”. Eso indica que “la batalla ahora es reconquistar el espacio de libertad que se ha perdido con este asesinato". 

Frente a lo sucedido es oportuno resaltar que la crítica al estilo virulento de Charlie Hebdo solo debía proceder del mundo de las ideas. Si alguien consideraba que este semanario estaba abusando de la libertad de expresión, la contestación de su discurso debió darse en el plano del debate intelectual y no a sangre y fuego. Sobre este punto más clara no puede ser la posición de Pedro Javier Cobo Pulido, quien sostiene que aquí lo que “hay que defender es uno de los principios sagrados de la democracia: la libertad de expresión”. En tal sentido, quien no comparta las posturas de un medio como éste puede “no comprar, escribir cartas al editor, poner una demanda si fuera el caso de difamación, etc.”.

Sobre lo crucial que resulta la idea de endosar la camisa de Charlie Hebdo en estos momentos, mejor no lo pudo decir Mario Vargas Llosa, al advertir que aquel que no eleve su voz contra esta masacre ha comenzado a aceptar que se “empiece a ejercitar la censura” a ponerse “límites a la libertad de expresión”,  a establecerse  “temas prohibidos, es decir, renunciar a uno de los principios más fundamentales de la cultura de la libertad: el derecho de crítica”.

12)  El humor es subversivo y el totalitarismo no lo tolera

Este 7 de enero la humanidad ha confirmado una vez más que el totalitarismo y el fundamentalismo religioso no soportan la sátira y las miradas jocosas sobre sus postulados y prácticas. Como lo dijo la historiadora quebequense Mira Falardeau no hay democracia sin humor y no hay humor sin democracia. Falardo advierte que desde la antigüedad los jerarcas más radicales de los grupos religiosos han buscan siempre la manera de asegurarse que los postulados de la fe que profesan no sean puestos en cuestión por nadie. Esto garantiza que el común de la gente no se distancie del discurso religioso como discurso orientador de la vida. La pérdida de respeto del individuo común y corriente frente a las ideas teológicas es un riesgo que se corre con la multiplicación de las interpretaciones jocosas, que caricaturistas radicales puedan hacer de la iconografía sagrada, como lo han hecho en este caso los caricaturistas de Charlie Hebdo.


13)  La retención en el lenguaje y el tacto para no estigmatizar a la población inmigrante de confesión musulmana

En este campo el mejor ejemplo lo ha dado el presidente francés François Holland, que ha utilizado un discurso cuidadoso orientado a evitar la estigmatización de la población musulmana radicada en Francia. En un debate reportado por el portal Atlántico, Philippe d'Iribarne; Roland Hureaux y Ghaleb Bencheik han dicho que si bien la población musulmana no puede sustraerse a los hechos, convertir a todos los musulmanes en sospechoso es un hecho que no le conviene a un país como Francia. Para minar la xenofobia y facilitar la apertura del dialogo intercultural y religioso, es importante permitirle a las figuras legitimas de la confesión musulmana tomar la palabra y rechazar a los actores violentos, que se amparan de la fe para aterrorizar al mundo, tal como lo han propuesto en los debates radiales algunos actores académicos.

14)  La integración de los inmigrantes: una clave para prevenir el fenómeno de los lobos solitarios

En los países de inmigración es imperativo que los Estados adopten programas robustos de integración, orientados a facilitar la movilidad social de los inmigrantes de primera, segunda y tercera generación. Como se ha venido constatando ataque tras ataque, muchos de estos lobos solitarios reclutados por los grupos islámico son hijos de inmigrantes mal integrados, a los que la pobreza, la soledad y la falta de oportunidades concretas ha convertido en individuos vulnerables socialmente, que puedan ser presa fácil del odio social. Estos adolescentes y jóvenes, animados por un sentimiento de injusticia respecto a sus padres y a ellos mismo, pueden alimentar hoy en internet, de manera fácil, su odio hacia occidente. Es allí donde beben de esta ideología y donde se enrolan en los grupos de fanáticos religiosos de orientación mesiánica o libertaria, que luego de entrenarlos les dan la orden 'Golpea como puedas' y 'mata cuando creas'. En ese orden de idea no le falta razón a Santiago Cruz Hoyos, que en El País de Cali anota que la exclusión de los musulmanes e Francia es un terreno abonado para que florezca el terrorismo, pues los jóvenes musulmanes de primera y segunda generación padecen los efectos de una exclusión social, a la que son sometidos sistemáticamente.

15)  Sacar a los jóvenes del aislamiento

Una tarea urgente es romper el aislamiento y la marginalidad de un alto porcentaje de jóvenes, que hoy deambulan por la sociedad sin referentes concretos. Los estudiosos del tema han venido demostrando que por dedicarse al trabajo y afanados por el éxito personal, un porcentaje amplio de padres de familia han terminado abandonando la responsabilidad que les concierne como padres: ocuparse de la orientación de sus hijos. Sin referentes concretos a seguir, estos jóvenes terminan revelándose contra el mundo y buscando orientación sobre temas cruciales de la vida, donde en primera instancia no deberían hacerlo: el internet. Allí se encuentran con todo tipo de referentes. Al no tener los parámetros referenciales adecuados en materia de valores, pueden terminar siendo reclutados por el crimen organizado, los explotadores sexuales y por los grupos terroristas


Finalmente vale precisar que estas quince claves no son la única ruta posible para iniciar un proceso de interpretación de los hechos. En todo caso, cada lector podrá establecer sus propias claves de interpretación y agregar o suprimir de su lista aquellas que le parezcan  improcedentes. A las personas que estén interesadas en continuar el análisis de lo sucedido las invitamos a compartir con nosotros sus opiniones, pues consideramos que la principal obligación, que hoy tienen tanto los medios como los formadores de opinión es la de proseguir el debate que, de manera violenta, ha abierto sobre la libertad de expresión la masacre de la planta de personal del semanario Charlie Hebdo. Examinar lo sucedido desde todos los ángulos posibles es  un imperativo al que no se le puede sacar el bulto, así haya quienes ya se precipitaron a decir: Je ne suis pas Charlie (Yo no soy Charlie).

domingo, 1 de junio de 2014

Elecciones presidenciales Colombia 2014: una disputa entre derecha y ultra-derecha


Resultados de las elecciones presidenciales colombianas realizadas el 25 de mayo de 2014. Imagen tomada de la revista semana

Colombia, como la provincia de Alberta en Canadá, es una tierra de derecha. En el caso de Alberta, como lo advirtió Hélène Buzzetti en un reportaje publicado en 2010 en Le Devoir, la lucha por el poder se libra siempre en terreno conservador, pues allí tanto liberales como socialdemócratas no son considerados por la población como opciones políticas con vocación de poder. En lo que respecta a Colombia, según lo anotado por Hernando Gómez Buendía en un sesudo análisis publicado en el portal Razón Publica en mayo de 2012,  la disputa por el poder “no es entre izquierda y derecha sino entre la derecha y la derecha extrema”. Ese aspecto explica porque en este país “los partidos reformistas y movimientos sociales tienen mucho menos fuerza que en el resto de América Latina”. El tema también fue abordado por Antonio Caballero en una crónica con ribetes literarios, publicada por la revista Semana el 30 de octubre de 2000.

Recurriendo a una retórica que nos recuerda a Gabriel García Márquez en varios apartes de El Otoñó del Patriarca o a Jorge Luis Borges en un párrafo del Aleph, Caballero sostiene: “Colombia no necesita una derecha: tiene derecha de sobra. Todo es de derecha aquí. [Son] de derecha el presidente de la República Andrés Pastrana, y el comandante de las Farc Manuel Marulanda, y los cardenales López Trujillo y Castrillón, y el jefe de las autodefensas Carlos Castaño, y los candidatos presidenciales Noemí Sanín […] y Horacio Serpa, que se dice de izquierda pero que si lo fuera no podría ser candidato presidencial”. En Colombia, prosigue el analista, “no sólo son de derecha los que lo son en todas partes, y es normal que lo sean en función de sus propios intereses: los ricos, los policías, los curas, los dueños del poder y de las cosas. Sino también todos los demás. Los colombianos son —somos— visceralmente de derecha: hombres o mujeres, ricos o pobres, y cualquiera que sea el calificativo ‘político’ que nos demos a nosotros mismos: liberales o conservadores o comunistas o últimamente ‘socialdemócratas’ o ‘cristianos’, o lo que se nos ocurra. Tenemos ideas, instintos, sentimientos de derecha”.

Por eso es que en Colombia no es raro que sean “de derecha los generales y los empresarios, los policías y los narcotraficantes, los ganaderos y los maestros, las reinas de belleza y los atracadores”, así como “la totalidad de la prensa —o casi—, desde los dueños y los editorialistas hasta los caricaturistas [y] columnistas o simples notistas de farándula o de sucesos”. En fin, según Caballero, al colombiano en general le “gustan los métodos de la derecha”, que según sus palabras son “la violencia y la trampa”.

Dejando atrás la retórica literaria sobre la política colombiana de Caballero y siguiendo con el tema, hay que decir que el arraigo de las ideas de derecha en Colombia sale a relucir en dos hechos históricos bien precisos. El primero de ellos tiene que ver con la continuidad de la selección de la dirigencia nacional a través de las urnas durante la era de las dictaduras en América del Sur. En las décadas de 1970 y 80, mientras en casi todos los países de la región los sectores más reaccionarios de la sociedad no dudaban en azuzar a los militares, para que perpetraran cuartelazos sangrientos y sacaran del poder a gobiernos liberales reformistas o izquierdistas moderados, como Allende en Chile, en Colombia los militares: así lo afirmó José Prat en El País Madrid en 1982, eran considerados como individuos respetuosos de la “tradición democrática y constitucionalista del país”.    



Repartición del vito por los dos candidatos en el territorio nacional. El voto confirma la histórica tendencia ideológica nacional: las dos costas y la regiones fronteriza del sur y el sur oriente del país siguen siendo regiones con tendencia liberal, mientras el centro sigue siendo una región de orientación conservadora. Imagen tomada de: quepasaenvenezuela

La confianza que tenía la élite en el apego del colombiano promedio al ideario conservador, la llevó a formular un pacto público: El Frente Nacional, que le permitió repartirse el país de manera simétrica de arriba abajo, de sur a norte y de oriente a occidente. A través de este pacto se excluyó del  acceso a los puestos de mando de la sociedad a los grupos emergentes –y disidentes– que eran, como ha de esperarse, de izquierda. Mediante él, los clanes que han controlado históricamente las palancas del poder se repartieron –sin agüero y sin pudor– a la vista de todo el mundo y con el concurso de sus clientelas, las poltronas mullidas de los ministerios, las butacas austeras de las gobernaciones y los taburetes decrépitos de los municipios. Para evitar las disputas entre los caciques que representaban a los dos partidos hegemónicos: Liberal y Conservador, en todas las esquinas y recovecos de la patria (por usar el tropo favorito del caudillo de derecha más amado y repudiado del país en el presente y de sus antagonistas; los jefes guerrilleros), los puestos del estado fueron repartidos de manera equitativa, desde la presidencia de la república hasta la inspección de policía, que regenta la vida del corregimiento más recóndito de la geografía nacional.

El segundo hecho que nos permite corroborar el arraigo de las ideas conservadoras en este país está representado en un hecho, que tiene connotación continental: la profundización de la derecha en Colombia, mientras la mayoría de países de América del Sur giraba a la izquierda. Así las cosas, en 1998 cuando Venezuela; un país con una sociedad con una clase media más robusta y un estilo de vida con mayores tintes pequeño burgueses que la sociedad colombiana, castigaba a la clase dirigente tradicional, abriéndole la puerta a la izquierda y facilitando el ascenso de Hugo Chávez al poder, en Colombia se le daba la espalda al liberalismo; que es según Agustín Díaz de Campoamor el ala suave de la derecha colombiana, que había estado 12 años en el poder, para entregarle las llaves del palacio presidencial al Partido Conservador.



En las elecciones de 2014 los tres candidatos de la derecha sacaron los mayores resultados en la Urnas. En el caso del partido verde una formación que péndula entre la centro-izquierda, que obtuvo la segunda mayor votación en 2010, su desinflada resulto la gran sorpresa de la contienda electoral. Imagen tomada de: Imagen tomada de: maduradas


En aquella ocasión el ungido con el título de Presidente de la República fue el hijo  de otro Presidente de la República, que había sido elegido a su turno para ponerle punto final a un proceso de reformas sociales aceleradas y profundas, emprendidas por un presidente liberal, que había escandalizado con sus reformas a los terratenientes, que han representado desde siempre al ala más conservadora del establecimiento nacional. Para cumplir su sueño de emular la historia de su padre, el delfín, que hoy critica las negociaciones de paz del actual gobierno con las FARC en la Habana, no dudó en ir a la sede del secretariado de esa guerrilla, en medio de la Amazonia colombiana, a tomarse una foto con un legendario y temido jefe guerrillero, apodado Tiro Fijo. Ese registro fotográfico, en el que aparece un aristócrata delfín sonriente y un bandido legendario malencarado, en medio de la selva, sirvió para vender la promesa de un eventual acuerdo de paz, en un momento en que los grupos guerrilleros aumentaban sus ataques contra las fuerzas de seguridad del Estado y amedrantaban la población civil por todos los medios.

Cansados de la guerra y escandalizados por la penetración del narcotráfico en las filas de la campaña del presidente liberal Ernesto Samper, los colombianos votaron con la esperanza de que se firmara la paz entre el Estado y la guerrilla más Antigua del mundo, que seguía siendo pro-soviética una década después de la caída de la Unión Soviética. Tanto el gobierno como los guerrilleros se tomaron las negociaciones como un juego. Por eso la negociación entre las partes nunca produjo ningún tipo de acuerdo creíble y al contrario favoreció el escalamiento de la guerra. Sobre las razones que condujeron al fracaso de esa aventura macondiana, el investigador Alejandro Reyes Posada concluyó: “los diálogos de paz” entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana y la guerrilla de las FARC “fracasaron por exceso de temas de negociación y falta de estrategia negociadora del gobierno, pues se acordó una amplia agenda de temas de 110 puntos, que comprendían todas las instituciones y problemas políticos, sociales y económicos del país”. 

Curiosamente, mientras el gobierno conservador del presidente Pastrana negociaba la paz, los grupos paramilitares: el brazo armado de la derecha colombiana, tomaba el control de una gran parte del aparato estatal, tal como sucedió con las universidades públicas del norte del país, donde la presencia guerrillera era menor. Aprovechando la laxitud estatal, las bandas armadas de extrema derecha se encargaron de la gobernabilidad del sistema de salud y adelantaron a sangre y fuego una contrarreforma agraria, con la colaboración de notarios e intendentes de asuntos rurales.

Respecto a esa infiltración del Estado, cuasi-consentida por parte del establecimiento y las élites dirigentes colombianas a manos de los grupos paramilitares, el investigador Joaquin Robles Zavala anota: “un abanico de organismos estatales como alcaldías, gobernaciones, concejos municipales, Policía, Ejército y justicia [fueron] infiltradas con la anuencia de autoridades regionales que no solo le abrieron las puertas de sus despachos a estos nuevos padres de la patria, sino que también incidieron en las posteriores masacres de campesinos, el desplazamiento forzado de miles de estos y las amenazas sistemáticas de muerte de todos aquellos que se les opusieron”.


Amenaza enviada por el grupo paramilitar Aguilas Negras al líder campesino Alfranio Solano, que lucha por la restitución de la tierra despojada a los campesinos en Urabá por los grupos paramilitares. En grupo se muestra partidario de la elección del Candidato Oscar Iván Zuluaga. Imagen tomada del grupo Facebook: facebook

De la profundidad de la penetración del paramilitarismo al Estado dio testimonio, en entrevista con el politólogo Jaime Pineda Méndez, el veterano periodista cordobés Yadala Jalilie Silva. Afirma el periodista “que los “paracos” tenían una oficina al frente del comando de la policía en Montería, con la fachada de una fundación”, cuyo propósito irónicamente era la búsqueda de la paz. Como lo han demostrado investigaciones del Banco de la Republica y de los organismos judiciales, esta fundación fue el instrumento que usó el paramilitarismo para despojar de sus tierras al campesinado desplazado.

Para documentar la anuencia cuasi-manifiesta de un sector de la elite colombiana frente a la penetración del Estado por parte del paramilitarismo no hay que hacer mucho esfuerzo. De ello han dejado testimonio importantes figuras públicas como Fernando Londoño Hoyos, uno de los voceros más epónimos de la derecha colombiana, quien fuera también el primer ministro de gobierno y justicia del primer gobierno de Álvaro Uribe.

En una columna publicada por el conservador diario El Colombiano de Medellín Londoño Hoyos  “alaba a Carlos Castaño y a paramilitares” sin tantos rodeos retóricos. Según Londoño “Carlos Castaño [fue un] intelectual hecho a pulso, en el desorden metodológico y conceptual que puede suponerse, era la ortodoxia plena de las autodefensas originales, que de mal grado admitían valerse del narcotráfico, y solo como de un instrumento indispensable para sobrevivir”.

Las ideas de Londoño Hoyos están en perfecta sintonía con las ideas del escritor y periodista Plinio Apuleyo Mendoza, quien escribiera en El Tiempo, el más influyente periódico del país, el 29 de noviembre de 1992: “las autodefensas [han sido] un arma vital en la lucha antisubversiva”. Ellas han cumplido la función de ser los “ojos y oídos de las Fuerzas Armadas” en las zonas de conflicto y han cumplido “una labor muy eficaz en el Magdalena Medio, en Córdoba y Urabá”. Paradójicamente esas mismas regiones fueron epicentros de las más grandes masacres de civiles y de los mayores desplazamientos de población, que se han dado en la historia reciente del conflicto colombiano  a partir de 1985. Eso sin contar el tema del despojo de la tierra al campesinado.

Con partidarios incrustados en todas las altas esferas de la sociedad –y el Estado– y  con una creciente aceptación en los sectores populares, los paramilitares se diseminaron por todo el país a partir de 1994, año en que fue elegido a la gobernación de Antioquia: el segundo departamento más importante del país, Álvaro Uribe Vélez. Sobre el auge paramilitar Alejandro Reyes Posada advierte que “durante el mandato de Andrés Pastrana se expandió extraordinariamente rápido el dominio de los grupos paramilitares, mediante un proceso de contratación de dirigentes regionales con la cúpula de las AUC para que los primeros pagaran los costos de instalación y mantenimiento de nuevos frentes, mientras los segundos enviaban instructores y entrenaban combatientes locales, reclutados en cada región”.

El auge del paramilitarismo y las acciones brutales de las FARC contra la población civil, más el desbordamiento de las acciones criminales de la delincuencia organizada, dispararon la violencia en Colombia a partir de la segunda mitad de la década de 1990, tal como se puede apreciar en la siguiente gráfica, que hemos recuperado en  Facebook, elaborada a partir de datos recopilados por el mismo gobierno colombiano.


Cifras de víctimas del conflicto colombiano en Colombia entre 1994 y 2014



Un año después de iniciados los diálogos entre el gobierno de Andrés Pastrana y la guerrilla, como éstos no iban para ningún lado y no daban frutos, la sociedad colombiana soliviantada por los voceros de la derecha radical comenzó a pedir el final de las conversaciones de paz. Sin resultados dignos de mostrar, acosado por el ala radical del establecimiento y retado semanalmente por las acciones intrépidas de una guerrilla envalentonada, que había aprovechado la mesa de negociaciones para mostrarle al país las dimensiones de su capacidad de intimidación, “el 20 de febrero de 2002, al final de su mandato, Andrés Pastrana rompió el diálogo con las FARC y el ejército recuperó el control de la zona de despeje del Caguán”. La ruptura de los diálogos se produjo en medio de un proceso electoral, que tenía a Álvaro Uribe Vélez: el vocero más aquilatado de la derecha colombiana en el último medio siglo, en la cresta de las encuestas. Su promesa era derrotar a la guerrilla en el campo de batalla y devolverle al país, por la vía de las armas, la tranquilidad. Para alcanzar sus propósitos el nuevo presidente recurrió al eslogan de “el fin justifica los medios” e hizo uso descarado del perverso método “todo vale”.

La llegada de Uribe Vélez consolidó la profundización de la derechización de Colombia. En 2002, cuando Uribe Vélez, un hombre que había hecho toda su carrera en el seno del Partido Liberal, fue elegido presidente del país, el resto de América Latina presenciaba la entrada a la escena del poder de Luis Ignacio Lula, Rafael Correa, Tabaré Vásquez, Néstor Kirchner y Evo Morales y los chilenos se aprestaban a enterrar definitivamente el legado de Pinochet. Con su elección Colombia reafirmaba su tradición como país de derecha. El hecho de ir en contravía de la tendencia política regional ha hecho de Colombia, según Yann Basset, un país  que “parece marchar contra la corriente” en “una región marcada por cada vez más gobiernos de izquierda”.



Proyección de la votación por los candidatos según los niveles de educación de los votantes. Sobre este punto Camilo Rey se pregunta en Facebook: “¿Por qué Zuluaga duplica a Santos en los ciudadanos que nunca asistieron a una escuela y por qué Santos duplica a Zuluaga en los ciudadanos que entraron a la Universidad?”. Imagen tomada de facebook.

Si bien la llegada de Uribe galvanizo el país contra la violencia guerrillera y marcó el inicio del declive definitivo de la guerrilla como actor político, con ascendencia en una franja amplia de la población nacional, su gobierno no hizo mucho por posicionar al Estado como defensor de los sectores más vulnerables de la sociedad colombiana, frente a la violencia ejercida por los actores armados ligados a la derecha. A Uribe hay que reconocerle que desmontó el paramilitarismo. Sin embargo no forzó a los herederos de estos grupos a respetar a la población civil. Por eso el desplazamiento forzado de esta población, fenómeno atribuido mayoritariamente a los grupos paramilitares o a sus herederos, no disminuyó durante su gobierno, como se puede apreciar en la siguiente gráfica, que recuperamos en Facebook.




Después de 16 años consecutivos de la derecha en el poder, hoy “la derechización de Colombia es una realidad”, que ha sido demostrada de manera empírica por un estudio del politólogo Julián Arévalo, que fue reseño por el diario El Espectador. Según Arévalo, “en el país hay dos tipos de derecha: la oligárquica, asociada a valores religiosos y a las élites terratenientes, representada por el Partido Conservador, y la tecnocrática, relacionada con valores modernos, que intentan desligarse de la iglesia y no ven bien la intervención del Estado en los mercados, representada por el Partido de la U”. El autor del estudio señala que para un alto porcentaje de la élite colombiana y del propio pueblo, “lo importante no es la igualdad de oportunidades, sino que los pobres tengan algo” de que vivir.

Un hecho que viene a confirmar la profundización de la derechización de la sociedad colombiana es la derechización de la juventud, segmento de la población que es considerado en casi toda sociedad como partidario de las ideas de izquierda. A mediados de la década 2000, una encuesta de la firma Datexco publicada por la Revista Cambio reveló que los jóvenes colombianos “prefieren las actitudes conservadoras”. El 8 de julio de 2011 la revista Semana publicó un artículo en el que se podía leer que un gran porcentaje de jóvenes colombianos dicen ser “de derecha; pero ni fachos, ni godos, simplemente nacionalistas". Según el reportaje esos “jóvenes estudiantes de universidades privadas en su mayoría”, tienen entre sus banderas la defensa de la “patria, la familia y la religión”.



Proyección del voto por sexo en la segunda vuelta. Importante resaltar que Santos gana en  la población femenina y Zuluaga en la población masculina. Imagen tomada de correoconfidencial

Otro indicador que muestra el fuerte apego de los colombianos a las ideas conservadoras es la imagen positiva que estos tienen de la iglesia y las fuerzas armadas. Según un sondeo de la firma encuestadora Gallup llevado a cabo a comienzos del mes de mayo de 2014, “a nivel institucional, las Fuerzas Militares (71 %) y la iglesia católica (68 %) son las más apreciadas por los colombianos, mientras que los mayores índices de rechazo los tienen la guerrilla de las FARC (93 %), los partidos políticos (71 %), el sistema judicial (73 %) y el Congreso (68 %)”. En cuanto al estamento eclesiástico y militar, los guarismos son los mismos desde mediados de la década de 1990.

El contexto que hemos descrito nos permite de entender porque no resulta raro que hoy “las banderas del conservadurismo, que un día representó Laureano Gómez”, sigan teniendo tanto “eco en los pasillos del Congreso”, que se hayan tomado un organismo como la Procuraduría General de la Nación y se manifiesten de manera tan contundente en las urnas, tal como pasó en las elecciones presidenciales del domingo 25 de mayo de 2014.


Las elecciones y sus escándalos: la percepción del ojo de un caricaturista. Imagen tomada de:  caricaturahomez 

Ese día los dos herederos del capital político del expresidente Álvaro Uribe fueron escogidos, para disputar –y apelemos aquí a las metáforas del argot deportivo- el mano a mano final en la serie presidencial. De un lado esta Oscar Iván Zuluaga, un economista sin muchos abolengos, proveniente del mundo rural, que promete restaurar el estilo de gobierno de su mentor y cuidar “la obra”, que es la manera como los adeptos fieles al expresidente Uribe llaman su legado. Zuluaga prometió que, de ganar las elecciones su primera acción de gobierno seria “suspender los diálogos de la Habana y dar ocho días de plazo a las FARC para (...) suspender toda acción criminal contra los colombianos".

En la otra esquina está Juan Manuel Santos, un sobrino nieto de presidente, que tiene como segundo a bordo a otro nieto de presidente. Santos, a pesar de haber prometido cuidarle “los tres huevitos” al expresidente Uribe: otra manera como llaman también “la obra”, no dudó en tomar distancia de su predecesor, para pasar a la historia haciendo sus propios méritos. Por haber desechado el estilo y el legado de su padrino, el uribismo puro y duro, que hoy promueve la elección de Zuluaga, no se anda por las ramas para llamarlo traidor. Según los fieles del expresidente, “Santos se hizo elegir con unas ideas y está gobernando con otras”, traicionando así “la confianza del pueblo que lo eligió”.



Proyección del voto en la segunda vuelta por los candidatos en lisa en las diferentes regiones de Colombia. Imagen tomada de correoconfidencial

Ese desprecio que sienten los seguidores de Uribe por Santos se patentiza en comentarios como los de Sandra Esteben, una comentarista de la revista Semana, que afirma “el colombiano está cansado del traicionero de JUAN MANUEL SANTOS. Queremos de presidente al doctor OSCAR IVAN ZULUAGA... ya no queremos más arrodillados de los terrorista de la FARC, ya no queremos más PAROS, ya no queremos más MALTRATOS, ya no queremos más CORRUPTOS, ya no queremos más TRAICIONEROS... ZULUAGA presidente”.

La victoria de Oscar Iván Zuluaga: el candidato uribista puro y duro y la eliminación de los candidatos centristas y de izquierda en la primera vuelta ha dado origen para la segunda vuelta a dos bloques de opinión bien definidos. Mientras la candidata del Partido conservador Martha Lucia Ramírez se alineó  detrás del candidato Uribista, un conjunto de fuerzas heteróclitas, que tratan de evitar el retorno de la derecha pura y dura al poder, donde convergen fuerzas de centro y de izquierda y un sector del partido conservador, han tomado posición del lado de Juan Manuel Santos. A ese grupo se ha sumado hasta el movimiento que eligió a la alcaldía de Bogotá a Gustavo Petro, cuyos miembros hace dos meses no querían saber nada de Santos.

Hay quienes sostiene, como Andrés Felipe Parra, que la victoria de Oscar Iván Zuluaga en segunda vuelta significaría el “el ascenso de un proyecto uribista envalentonado, que haría de la solución militar [del conflicto] un punto de no retorno”. Quienes así piensan aseguran que Uribe retomaría antes de la posesión del nuevo presidente el control del congreso, desde donde emprendería la captura de las altas cortes y de los organismos de control del Estado, reformaría la constitución y le abriría la puerta a su tercera reelección.

Si esto sucede, dicen los que así piensan, Colombia comenzaría de la mano de Uribe un proceso similar al venezolano, donde el culto a la  figura del caudillo paternalista –salvador de la patria-, facilitaría el arrasamiento de la frágil institucionalidad democrática colombiana y permitiría el empoderamiento de una clientela caudillista en todas las esferas de la sociedad y del Estado, que tendría como objetivo perpetuar “la obra de gobierno”; esos tres huevitos, que hoy se sintetizan en el eslogan principal de la campaña uribista: retorno de la seguridad democrática.

Las elecciones vistas por Matador, el mejor caricaturista político colombiano del Momento. Imagen tomada de: eltiempo

Observadores de la política colombiana, como Juan Gabriel Gomez Albarello, esperan que el 15 de junio suceda en Colombia lo que ocurrió en la segunda vuelta de las  presidenciales francesas de 2002, cuando contra todo pronóstico se enfrentaron Jacques Chirac, candidato de la derecha y Jean-Marie Le Pen, candidato de la derecha extrema. Para evitar el triunfo del candidato de extrema derecha, la izquierda y la derecha moderada “concurrieron en masa a votar contra Le Pen. El resultado fue contundente: Chirac obtuvo cuatro veces más votos en la segunda vuelta que en la primera”.

El fenómeno parece estar tomado cuerpo en las redes sociales, pues aquellos que no quieren el retorno del expresidente han puesto a circular en Facebook poster con frases como estas: “Juan Manuel no es santo de mi devoción, pero en la segunda vuelta nos toca santificarnos para evitar que gane el candidato de Uribe”.




Mensaje de redes sociales, que promueve el voto a favor de Juan Manuel Santos y en contra de Oscar Iván Zuluaga, candidato uribista en la segunda vuelta de las acciones presidenciales colombianas, el 15 de junio.




Los activistas electorales de los grupos que no están con Santos y que tratan de impedir que gane Zuluaga se movilizan en las redes sociales a favor del voto por la reelección. Imagen tomada de facebook