Emocionado por su
presencia reí locamente. Mis carcajadas celebraban esa alegre coincidencia, que
nos había regalado el cielo sin pasar por la agenda. Extrañada exclamo:
-
Perdón, pero no entiendo el motivo
de tu risa
Para calmarla le dije:
-
No le busques sentido, porque no
se lo encontraras. Los locos reímos solo por el placer de reírnos, por eso
somos locos.
A juzgar por lo que ha sucedido
después de ese día, debo concluir que se tomó mis palabras en serio, pues se
fue sin despedirse y no ha vuelto a contestar mis correos. Cuando
la he llamado siempre me constesta un mensaje pregrabado de su operador de teléfonos, que dice:
- Sistema correo de voz,
grabe su mensaje después del tono.
Enoin Humanez Blanquicet
Montreal 18 de mayo de 2013
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